El rostro del agua

Durante estos días de dispendio y atracones gastronómicos podemos encontrar un contrapunto en la exposición El rostro del agua. Puede verse en la sala de cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria. Es una serie de fotografías realizadas por Javier Navas (Bilbao, 1958) en distintos países de nuestro Tercer Mundo. Todas ellas están circunscritas en torno a un bien tan imprescindible para el ser humano como es el agua y los diferentes aspectos que de ella se derivan.

Están resueltas en color. De una manera sencilla. Sin distraerse en el empleo de filtros que suavicen o saturen los tonos. Sin encuadres rebuscados. Tratan de realzar el sentimiento humanista. Con frecuencia reflejan aspectos de aguda miseria y penuria, pero el autor no se recrea en ello con un tratamiento morboso. Sencillamente, pone ante nuestros ojos una escena, un documento honesto, donde prima la búsqueda de la objetividad. Son imágenes que sirven para desvelar la riqueza de otras civilizaciones. Incluso podrían llegar a entenderse como un reflejo gráfico de tradiciones, ritos y costumbres de un pasado, no tan lejano, de nuestra sublimada sociedad de bienestar.

Las fotografías llegan de países africanos como Togo, Malawi, Mozambique, Mauritania, Ghana, Etiopía o Costa de Marfil. Además de niños o mujeres, en zonas de aguda sequía, arreando agua sobre su cabeza desde la fuente a su choza, encontramos vendedoras de potes de cerámica o varios camellos bebiendo ansiosos de un pequeño balde como un ejemplo más de la escasez de agua.

En otro orden de cosas, también relacionado con el líquido elemento, vemos a mujeres vendiendo pescado en la playa, el detalle de unas manos marineras zurciendo las redes rotas o de unas frescas doradas exhibidas en un rudimentario mercado. Lo que viene de Latinoamérica enseña los asentamientos humanos en las orillas del lago Titicaca o la trashumancia de ganado buscando pastos frescos y lugares donde abrevar.

Cuando se trata de Asia, quizás las imágenes resulten más exóticas. Encontramos los mercados flotantes del sudeste, donde puede llegar a venderse hasta el bambú de las propias balsas que sirven de tenderete. El tiempo parece detenerse cuando los caballos que tiran el carro con destino al mercado apagan su sed en el pozo. En Bangladesh se recoge el esfuerzo de las mujeres preparando extensos campos encharcados para la plantación de arroz. En la India sobresalen algunos actos rituales. Nos enseñan los baños colectivos en lugares sagrados del río. Allí una familia se va pasando el agua de mano en mano como símbolo de bendición. Detalles bordados con espléndidos retratos que ayudan a descubrir algo mejor a nuestros vecinos pobres.