_
_
_
_
_
Reportaje:LOTERÍA

La suerte de los Jedi

Disfraces, niños con fortuna sideral en la mano y lemas de 'La Guerra de las Galaxias' animan la fiesta de cuatro horas en el salón de Loterías

Jesús Ruiz Mantilla

Entre los bombos repletos de bolitas marcadas para algunos con el signo de las estrellas y el escenario celeste del salón de Loterías, resplandecía en las paredes un lema digno de los caballeros Jedi: "Que la suerte te acompañe".

Así que entre los niños del colegio San Ildefonso que cantaron los premios de ayer no extrañó el garbo y el salero que las dos grandes divas de la diosa fortuna portadoras del gordo lucieron en su espectacular exhibición de reparto de la suerte. Entre las 12.10 y las 12.27, Eliana Gonzaga, de 10 años y Aránzazu Herrera, de 11, sacaron tres premios: el de tres millones para el 20.085, un cuarto para el 84.003 y un quinto para el 32.474.

No les tembló el pulso ni se les quebró la voz por ningún gallo traicionero, ni la emoción de haber repartido millones en 17 minutos les hizo perder el control. Cuando terminaron su aparición galáctica ante toda España, Eliana se sentó en el bordillo del podio donde compareció ante una tormenta de periodistas y relató su peripecia de heroína de la vida, que bien le valdría ser digna alumna del maestro Joda: "Tengo 10 años. Soy de Ecuador, pero llevo tres años en España. Mis padres están divorciados. Soy la décima de 11 hermanos y no sé qué quiero ser de mayor", contaba con desparpajo y apartando las trenzas que le invadían la cara morena de niña espabilada y sonriente.

Más información
Extra Lotería pdf 12

Eliana expulsaba convincentes radiaciones de felicidad por los ojos, por los poros, por la nariz y entre los dientes, al tiempo que relataba lo que había sentido en el momento que cantó el gordo: "No me lo esperaba, pero me hizo feliz, me puse muy alegre y me latía el corazón". A su lado, Aránzazu, madrileña de Lavapiés, había dejado en el patio de butacas a Sagrario, su madre, temblando como un animalillo abandonado y repitiendo ante las cámaras y los micrófonos de todas las emisoras que era una niña "aplicadísima, de todo sobresalientes, aunque a veces un poco desobediente".

A su lado, parte del resto de las madres de los 34 niños que ayer sentenciaron los décimos, la miraban con algo de envidia sana, menos otra de ellas, que vio a sus dos retoñas, Miriam y Noemí, cantar otros dos premios, un tercero y un quinto: "¡Lo sabía, lo sabía!", le decía la señora a Antonio Garrido, el mozo de Caiga quien caiga, que animaba el cotarro de las primeras filas y se fotografiaba con algunas fans.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Aunque se pudo ver hasta bebés con biberón, chupete y paciencia de santos para aguantar un viaje desde Zaragoza, las madres y los niños presentes no fueron los únicos visitantes del planeta pedrea. Desde la madrugada guardaban fila en la puerta de la sede de la calle de Guzmán el Bueno tanto dueños de administraciones, miembros de peñas disfrazados de décimos, como las de Huesca 259, de Móstoles —que siempre juegan el mismo número, el 59.259— además de otros pretendientes del bombo de la suerte que quedaron con tres palmos de narices y con la fe hecha añicos por enésima vez.

Faltó la señora que se desmaya, que de siempre tenía controlada nuestro Joaquín Vidal en sus crónicas, pero hubo recordatorio para Salvador Benítez, el hombre más famoso del día en cada edición, que se presentaba puntualmente sorteo tras sorteo, con un disfraz de botones inconfundible hasta que murió hace dos años. Su espíritu permanece en la sala e inspira a otros modelos como Julián Centeno, que llegó disfrazado de Nerón y que reparte calendarios de una óptica de Zamora a los que ve un poco bisojos. "Que el gordo iba a caer este año en 5 ya lo sabía yo", decía Julián, con mucha vista.

Según él, es más fácil entrar si te presentas disfrazado. Así que el que apareció ayer vestido de preso con grilletes y con un mensaje en el pelo que decía El corredor de la suerte pasó la puerta sin problemas. Lo mismo que Enrique Alonso, El Bilches, que viajó desde Cebreros (Ávila) con su traje rojo de luces para no dejar de lado otras suertes, las del toreo. En su pueblo, este fontanero de 72 años ha guardado a buen recaudo su Belén de 300 figuras y 9.500 horas de trabajo —que no quiere calcular cuantos días son— para ver si, dice, "cae un pellizquillo".

Alonso lo cuenta mientras los niños de San Ildefonso llevan dos horas con la cantinela de tres notas en las que sólo caben 1.000 euros por cada entonación. Los pobres chavales, inocentes, no saben hasta qué punto pueden sulfurar a doña Carmen García González, una madrileña que había asistido al sorteo en directo en los tiempos de la peseta y que se presenta por primera vez en tiempos del euro: "A mí, de verdad, me encantaría saber quién se inventó los euros. No me gustan y esto me suena a chino. Yo no vuelvo. Además, en aquellos años te daban siempre un regalito, unas cartas o algo, ahora no te dan ni los buenos días", aseguraba.

Pero si a doña Carmen le levantaba dolor de cabeza la cancioncilla de los 1.000 euros, a otros les sentaba como una nana digna de los ángeles. Más cuando salía de algunas voces con buen fraseo (es decir, digna dicción) y con legato (esa capacidad de dejar caer una nota detrás de otra con naturalidad y sin cambios bruscos) unas cualidades difíciles de conseguir en los grandes teatros de ópera, pero que ayer se dejaban vislumbrar en algunos de los cantantes.

Aunque ahí estaban los seguratas para reventar el sueño de los justos. No contentos con vigilar al personal entre los pasillos, se encargaron de reventar las cabezadas de algunos y cuando veían a alguien echando una siesta borriquera de esas que saben a gloria antes del aperitivo, le sacudían el brazo y encima, a veces, hasta sonrojaban a algún periodista acreditado llamándole la atención delante del personal con modos de sheriffs castizos: "¡Pero hombre caballero, despiértese, que está usted trabajando!".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_