Misterios en aguas profundas
Una expedición submarina no encuentra vida en el epicentro del 'tsunami'
A 4.000 metros de profundidad, en el mar cercano a Sumatra, también se notan los efectos del maremoto del sureste asiático que en Navidad del año pasado provocó el devastador tsunami. La primera expedición submarina en la zona, realizada a los cinco meses del fortísimo choque de placas tectónicas en el fondo marino, no encontró, durante 11 horas, rastro alguno de grandes animales marinos en el epicentro del movimiento sísmico. Esto "no tiene precedentes en 25 años de exploración submarina a gran profundidad", han asegurado los científicos del Censo de la Vida Marina, un programa de alcance mundial, que han presentado un balance de sus primeros cinco años de descubrimientos.
La zona sin vida puede ser el resultado del derrumbamiento de un acantilado durante el maremoto y no tener mayor trascendencia, ha señalado Ronald O'Dor, director científico del programa, ya que en zonas cercanas no se encontró afectada la vida abisal. Lo que sí encontraron en áreas relativamente cercanas, a gran profundidad, fueron diminutas esponjas carnívoras que se tragan a otros organismos. Las esponjas, normalmente, se alimentan de las pequeñas partículas que filtran.
Los científicos hallan esponjas carnívoras y nuevas especies tras censar durante cinco años la vida marina
El Censo de la Vida Marina empezó en 2000 y ha ido cogiendo impulso. Llega a su ecuador con 17 proyectos que estudian el pasado, presente y futuro de los ecosistemas marinos, desde la costa hasta las grandes profundidades oceánicas. En el censo participan ya más de 1.700 investigadores de 73 naciones y se espera que, para 2010, cuando termine, habrá un millón de especies censadas (ahora hay unas 250.000 identificadas, pero sólo 40.000 censadas). "No pretendemos contar todos los peces del mar, pero podremos proporcionar un buen retrato de todo lo que hay, desde bacterias a ballenas", comentó O'Dor el pasado miércoles en una conferencia de prensa.
La vida en las aguas profundas es la más desconocida, a pesar de que el 50% de la superficie terrestre está bajo las aguas, entre 3.000 y 6.000 metros de profundidad. En el censo, que está financiado con fondos públicos y privados, se trata tanto de descubrir como de probar nuevas tecnologías para conocer mejor los océanos. "Hoy podemos usar satélites para estimar la producción primaria marina en superficie, o usar submarinos y robots no tripulados para observar y muestrear ecosistemas de gran profundidad hasta hace poco desconocidos como las fuentes hidrotermales, los corales de agua fría o los organismos gelatinosos que por su delicada consistencia no habían sido observados hasta ahora", explica Eva Ramírez, oceanógrafa española que coordina, desde Barcelona, Chess, uno de los 17 proyectos.
Por primera vez, los científicos han podido seguir las andanzas de atunes y salmones por el Pacífico. "Hasta ahora, el océano era como una caja negra en la que los peces desaparecían", explicó el canadiense David Welsh. "Les pusimos emisores a unos cincuenta peces de cada población y tiramos por el fondo marino centenares de kilómetros de cables, con 135 estaciones de seguimiento. Cuando un pez marcado pasa por encima de una de las estaciones, queda registrado". Este año se han marcado también calamares, la especialidad de O'Dor. "Esta mañana hemos tenido el primer dato de uno de ellos", comentó emocionado.
Un primer resultado del seguimiento electrónico de peces es que los atunes están jugando con los que se dedican a contarlos. Un atún cruzó tres veces el océano Pacífico en 600 días, un recorrido total de 40.000 kilómetros. Hasta ahora, los especialistas creían que en las dos costas del Pacífico había poblaciones diferentes de atunes. Ahora ya saben que no, lo que tiene grandes consecuencias para el manejo de las pesquerías. Esta técnica se va a ampliar a otras poblaciones migratorias de interés como las de atunes que pasan por el estrecho de Gibraltar.
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