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EL INCENDIO DEL RASCACIELOS WINDSOR

Los peritos de la aseguradora culpan a los bomberos

El informe echa en falta "diligencia y profesionalidad" en los vigilantes y el servicio contraincendios

Los dos peritos que han analizado las causas del devastador incendio que calcinó el pasado 12 de febrero el edificio Windsor son José Villalba Ripio y Matilde Villalba Parer, del gabinete pericial JVR, firma con sedes en Barcelona y Valencia. Los expertos, contratados por la aseguradora Allianz, compañía que se juega en este pleito decenas de millones, sostienen que el informe es fruto del "rigor" y de su leal saber y entender como peritos. En él atribuyen gran parte de la culpa al Cuerpo de Bomberos municipal.

Según explican, han elaborado el informe -de 56 páginas- tras la visita que giraron al edificio ya derruido, a partir de las declaraciones prestadas ante el juez o la policía por los bomberos y los vigilantes de la empresa Prosegur que custodiaban el Windsor, y con los datos de los informes oficiales de los propios bomberos y la policía. Todo ello consta en el sumario.

- Conclusiones. Los primeros 30 minutos del incendio, cruciales para su extinción, se desaprovecharon debido a la "desafortunada" actuación de los bomberos. El sistema antiincendios del Windsor habría bastado para extinguir el fuego en el despacho donde se originó (el número 9) o, a lo sumo, limitarlo a la planta 21. Ello habría sido así "si los vigilantes de seguridad del edificio, primero, y los bomberos, después", hubiesen actuado con "la normalidad, diligencia y profesionalidad que cabría esperar".

- La causa, "una colilla". La causa probable del siniestro fue "una colilla de cigarro mal apagada" echada a una papelera o al suelo de la moqueta del despacho número 9 de la planta 21, ocupado por la empresa Deloitte. La colilla pudo ser arrojada sin intención por una empleada de Deloitte. Ésta ha confesado ser fumadora y que abandonó su despacho momentos antes de sonar la alarma por el humo inicial, a las 23.08.50.

- Fuego inatacable. Los bomberos sabían, antes de llegar al Windsor, con sus 28 plantas y 98 metros de altura, que el fuego era inabordable desde el exterior y que sólo podrían atacarlo "con los propios medios" del edificio: mangueras, extintores y la llamada columna seca. Que lo sabían lo tiene declarado ante el juzgado el sargento Santiago Fernández.

- Tranquilidad inicial. Desde que recibieron el aviso, los bomberos tardaron poco menos de 10 minutos en llegar. Hablaron con los vigilantes que estaban en la recepción y los notaron "tranquilos", por lo que pensaron que el fuego no era muy grave. Les dijeron que el fuego estaba en la planta 21. A las 23.31 arribaron al vestíbulo de esa planta. No notaron "una gran temperatura". Allí estaba ya un empleado de mantenimiento del edificio, Rafael Díaz. Éste les informó de la existencia de la manguera de emergencia, que él mismo había desenrollado, y de la ubicación del fuego en el despacho 9.

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Siempre según el informe, Díaz manifestó al juez que los bomberos le pidieron que se marchara de allí sin preguntarle dónde estaban los sistemas de extinción de esa planta. Tampoco lo hicieron al llegar al edificio. A Díaz le dijeron que se marchase y comenzaron a atacar el fuego con la misma BIE [boca de incendio equipada, es decir, una manguera enrollada que suele haber en las plantas de los edificios] que había desenrollado el empleado de mantenimiento.

- Manguera corta. Al ver el fuego, según declaró el suboficial 42, Fausto Cuadrado, el jefe del equipo cogió la manguera y trató de atacar las llamas, pero la longitud de la manguera no permitía llegar al foco. El bombero 186, jefe del grupo, Jesús Rodríguez Luna, señaló que, ante este obstáculo, se optó por acoplar un mangaje para ampliarla. El empalme nunca se llegó a materializar. Eran las 23.36. "En ese momento recibimos información de que el fuego había roto por la fachada", declaró Cuadrado.

- Bomberos heridos. Tras acceder al lugar del fuego cayeron al suelo trozos del falso techo. Algunos bomberos sufrieron heridas. Entonces "dejaron de atacar el fuego para socorrer a los compañeros heridos", según los peritos. Fue un momento de gran preocupación y nerviosismo. A las 23.42 llegó el jefe del servicio de guardia, quien, según su testimonio, cayó al suelo al tropezar con escombros. Ello creó más confusión aún, y el fuego seguía sin ser atacado. Un bombero solicitó en ese momento autorización al jefe de guardia para subir, con otros compañeros, a la planta superior, la 22.

- Mangueras sin presión. Los peritos tratan de refutar el informe que hicieron los bomberos sobre el siniestro que, en síntesis, apunta a una deficiente presión de las mangueras antiincendios. Los peritos entienden que ello no fue así, dado que el propio bombero que subió a la planta 22 declaró que para apagar el fuego se sirvió de una BIE, si bien matizó que ésta carecía de "presión suficiente".

- Normativa antiincendios. Según los peritos, el sistema antiincendios de bombeo de agua del Windsor cumplía la normativa exigible cuando fue construido, hace 30 años. Y, además, había sido revisado un mes antes y consta oficialmente que todo estaba en orden. Para demostrar que el agua tenía una presión suficiente se basan en el testimonio de otro empleado de mantenimiento del edificio, José Luis Jurado. Según éste, el manómetro marcaba entre 20 y 22 kilos por centímetro cuadrado. Es "curioso", señalan, que ningún bombero haya admitido haber visto manómetros en las BIE, cuando, "aun hoy", en las plantas no demolidas "es posible verlos en cada BIE". También se amparan los peritos en los testimonios de los bomberos Fausto Cuadrado, Miguel Ángel Martín y Ángel Duque, quienes han reconocido que de las mangueras "fluía agua y que el mangaje estaba hinchado [de agua]".

- Columna seca. Aparte de las BIE, el edificio disponía de una columna seca (conducción de agua a lo largo del edificio a través de las cual los coches bomba de los bomberos, desde la calle, pueden inyectar agua para apagar un fuego en las plantas). Los peritos dan por válido que desde los coches bomba fue alimentada la columna seca del Windsor. No obstante, sostienen que debió haber una fuga de agua. Jurado aseguró que sólo vio un coche bomba al lado de la columna seca. Si, como alegan los bomberos, la columna funcionó mal, la culpa tuvo que ser de una fuga. Jurado vio caer agua al suelo en la conducción que partía del coche bomba.

- Manguera agarrotada. A los peritos les sorprenden las reiteradas alusiones de los bomberos a la falta de presión del agua en la columna seca de las plantas 21, 22 y 23. Afirman que los bomberos recibieron la orden para que utilizasen esa columna a las 0.30, "casi una hora después de iniciarse el fuego". Al bombero 620, Roberto Martín, no le consta, según el informe, que hubiese problemas de presión en la planta 21. Los bomberos han asegurado que, en lo que respecta a la columna seca, tuvieron un problema con una llave de la columna que estaba "agarrotada". Los peritos no entienden cómo no pudieron solventar ese problema. Lo achacan "al escaso tiempo y al nerviosismo del momento".

- Reagrupamiento y evacuación. Sólo cuando se da la orden de abandonar definitivamente el edificio, a la una de la madrugada, es cuando se justifica la medida en la falta de presión del agua. En la planta 21 había dos BIE, pero, debido al desplome del falso techo, los bomberos dejaron de buscarla y se dedicaron a ayudar a los heridos. El jefe del grupo que actuaba en ese momento declaró que sólo salía "aire y presión" de la columna seca, pero no agua, y que no se entretuvo en ver qué pasaba porque fue en ayuda de sus compañeros. "Siempre que a una columna vacía se le inyecta líquido, primero sale aire a presión y después de cierto tiempo, el líquido", dicen los peritos. El sargento 78, Santiago López, afirma que ese tiempo son tres minutos.

Todos estos datos llevan a los peritos contratados por Allianz a afirmar que las tareas de extinción fueron "ineficaces". Durante 30 minutos, un pequeño fuego localizado en la planta 21 terminó convirtiéndose en algo devastador, dicen. Ya que el fuego en la planta 21 sólo fue atacado durante unos diez minutos. Poco después de llegar los bomberos, a las 0.20, hubo una orden de reagrupamiento que duró unos quince minutos.

Cuando los bomberos subieron de nuevo vieron que el fuego era ya feroz. Unos subieron a pie y otros en ascensor. Los que subieron a pie recibieron la orden de salir del edificio cuando iban por el piso 20. No terminaban de creer la orden y llamaron para ratificarla. "Hubo una desconexión total respecto al uso de las bocas de la columna seca", concluyen los peritos.

Decisiones "desafortunadas"

El informe de los peritos del Windsor alude reiteradas veces a la actuación del subdirector general del Cuerpo de Bomberos, Medardo Tudela Goñi, que fue quien dio la orden de desalojo sobre la una de la madrugada. Éste lo hizo al ver que el fuego "había roto ya por la fachada norte" y tras oír un "fuerte estruendo". En el juzgado, el subdirector general comentó que recordaba que el edificio era de hormigón y que tenía una estructura perimetral metálica. Decidió evacuarlo sin consultar con nadie y ante el temor de que el edificio "se colapsase". Se basó en sus conocimientos de arquitecto.

Los peritos aseguran que una estructura de hormigón armado puede resistir al fuego más de los 90 minutos durante los que, hasta la evacuación, había estado expuesta a las llamas. "Desde el punto de vista humano, es posible que esa orden no sea discutible, pues buscaba preservar la vida de los bomberos, pero el subdirector general también tenía la obligación de evitar la propagación del fuego", señalan los peritos. Debió barajar que la estructura de hormigón resistía más de 90 minutos, y así ha quedado de manifiesto, agregan: "El edificio no se desplomó". Además, días después del fuego, expertos policiales subieron sin problemas hasta la planta 21.

La actuación del jefe de guardia y del subdirector "fue desafortunada", según los peritos. El primero, al ordenar el reagrupamiento de sus efectivos a los 20 minutos, favoreció "que el fuego se propagase con más virulencia"; el segundo, al ordenar la evacuación. Ello determinó que "el fuego quedase en las plantas superiores descontrolado".

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