¿Y a qué viene esa música?
Con El rondó (La 2) no gana uno para sorpresas. Es un programa atípico (está hecho por personas de la cadena estatal que actúan bajo el sello de una productora ajena, la de Alfonso Arús). Ahora ha descubierto la música de superficie. Luis de Pablo suele decir que no hay uso que más desprecie, entre los usos que se hacen de la música, que el uso de la música de fondo. Ni relaja ni enseña: perturba. Esta música con la que el realizador de El rondó obsequia a los televidentes de este espacio futbolístico no sólo perturba, subleva, y además ni siquiera subraya. Parece que quiere que los contertulios se callen, pero éstos insisten, y los telespectadores sufrimos por ellos. El sonido del fútbol o es el del estadio o es el del silencio. Cuando Canal + empezó a utilizar aquellos equipos de sonido que reproducían lo que decía todo el mundo (Rafa Guerrero, el juez de línea a quien aquellos amplificadores hicieron famoso, actuó el domingo en el Málaga-Madrid: no se le oyó) pudimos saber que los futbolistas hablan más de la cuenta. Siguen hablando, pero ya no se les oye: hay que leerles los labios. Este último domingo quise oír a Michael Robinson y a Carlos Martínez, retransmitiendo en la cadena digital el Barça-Sevilla. Tenía también el morbo de ver a Saviola de sevillista en el Camp Nou y el de ver a Ronaldinho recibiendo el Balón de Oro. El Barça debe olvidar a veces que fútbol es televisión; Carlos Martínez se quejó de que la ceremonia fuera tan poco vistosa, y los telespectadores podemos quejarnos de que hayan elegido a la madre del artista para entregarle la vistosa pelota. Demasiada familia. El partido fue muy emocionante, y debo confesar que lo vi de reojo, porque en el descanso me fui a ver Médium (Cuatro) y me quedé intrigado por las habilidades oníricas de esta médium que usa su mente privilegiada para adivinar oscuridades del pasado. Luego volvió la realidad, con Ronaldinho, y pude escuchar el sonido del fútbol, antes de que El rondó me volviera loco con su música de superficie. Habrá sido una interferencia. Me dormí pensando que había vivido dentro de una interferencia.
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