El fantasma libanés
El asesinato en Beirut de un destacado diputado cristiano y editor de un periódico firmemente antisirio revive en la capital libanesa los peores temores de una escalada del terrorismo sectario. Gebran Tueni es el primer parlamentario asesinado en el fragmentado país mediterráneo desde que otro atentado con coche bomba se cobrara en febrero pasado la vida del ex primer ministro Rafik al-Hariri, también enemigo declarado de la dominación siria. La eliminación de Tueni, propietario de An-Nahar, el más influyente periódico libanés, se ha producido horas antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU recibiera un nuevo informe sobre el papel de Damasco en la muerte de Hariri. El documento conocido anoche refuerza la implicación siria en el magnicidio.
Al acosado régimen del presidente Bachir el Assad, cada vez más aislado internacionalmente, le ha faltado tiempo para condenar el atentado de ayer, en el que han muerto otras tres personas, y descartar cualquier conexión con el mismo. Pero es un empeño virtualmente imposible cuando el Ejército y los espías sirios -que se vieron forzados a abandonar en abril pasado el pequeño país vecino- han hecho y deshecho a su antojo en Líbano durante tres décadas. El diputado asesinado había advertido de reiteradas amenazas sirias contra su periódico y afirmaba estar en una lista de amenazados, motivo por el que últimamente vivía largas temporadas fuera de Líbano.
Los investigadores de Naciones Unidas acaban de finalizar en Viena el interrogatorio de responsables de la seguridad siria, después de que las conclusiones preliminares presentadas al Consejo hace dos meses por el fiscal alemán Detlev Mehlis establecieran rotundamente la participación de Damasco al más alto nivel en el magnicidio de Hariri. Ni entonces ni en el informe conocido anoche hay nombres de sospechosos, pero la comisión de la ONU acusa a Siria de escasa cooperación y pide seis meses más para completar su investigación.
Los servicios secretos tienen una preponderancia desorbitada en el régimen policiaco sirio, donde familiares directos del presidente ocupan cargos clave en la seguridad y las fuerzas armadas. Assad ha autorizado el interrogatorio de algunos de sus funcionarios, pero es poco probable que quien ha defraudado cualquier esperanza en la democratización de la dictadura heredada de su padre entregue a la ONU a alguno de sus íntimos. Tras el asesinato de Tueni, último de la serie de ataques terroristas que sacude Líbano desde hace casi un año, Assad va a tener que ser doblemente convincente.
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