Sin voluptuosidad
Instantes griegos. Es el título de un relato corto de Hugo von Hofmannsthal que termina así: "Si lo inalcanzable se nutre de mi interior y lo eterno se reconstruye a partir de mi eternidad, ¿qué hay todavía entre la divinidad y yo?". La respuesta se encuentra, quizá, desde el punto de vista textual, en Helene egipciaca, una ópera de Richard Strauss, de tema griego -como Electra, Ariadna en Naxos, Dafne o El amor de Danae-, de la que el director musical de esta producción, Leon Botstein, dice que en ella encontramos "un compositor que con la ayuda de un gran libretista, nos hace experimentar nuestras propias fragilidades y sufrimientos sin adulterarlos, utilizando los arquetipos del teatro musical y la mitología junto con una diversidad de escenas musicales llenas de complejidad y belleza. El resultado final es una experiencia que debería hacernos reflexionar sobre nuestras propias vidas".
Die Ägyptische Helena
Ópera de Richard Strauss con libreto de Hugo von Hofmannsthal. Versión de 1928. Con Deborah Voigt, John Treleaven, Lyubov Petrova, Wolfgang Brendel, Kresimir Spicer, Arantxa Armentia, Itxaro Mentxaka y Leandra Overmann. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Leon Botstein. Versión de concierto. Teatro Real, Madrid, 9 de diciembre.
Contundencia dramática
El Teatro Real ha elegido con tino las representaciones en versión de concierto esta temporada. Entre Mitridate y La conquista de Granada se encuentra este título de Strauss, tan complejo como sugerente. El festival de Salzburgo lo sacó adelante hace un par de años, también en versión de concierto. Con una orquesta sublime, la Staaskapelle de Dresde, en la versión vienesa de 1932 pero, en fin, eso es otra historia. El reparto vocal de Madrid, anteayer, es estupendo y no solamente por la contundencia dramática de Deborah Voigt, sino también por la acertada prestación lírica de Lyubov Petrova, por la experiencia de Wolfgang Brendel, por la incisiva juventud de Armentia o Mentxaka o, en general, por el buen hacer de todo el conjunto, aunque el tenor las pasara canutas, en parte por las dinámicas elegidas por el director musical.
La Sinfónica de Madrid estuvo a las órdenes de Leon Botstein, un kapellmeister de estilo antiguo, que llevó a la orquesta mecánicamente, decantándose fundamentalmente entre el mezzoforte y el fortísimo, sin excesiva voluptuosidad y mucho menos sensualidad. Uno se pregunta por qué López Cobos no dirige estas óperas tan idóneas a su estilo. Algunos protestaron y otros los estigmatizaron, como si el público de Madrid no tuviera remedio, pero tan excesivos fueron los abucheos como los bravos, porque la representación se movió en un término medio, tan respetable, como poco dado a euforias, al menos en los terrenos orquestal y coral. El programa de mano incluye interesantísimos textos de Botstein y de Luis García Fernández.
Babelia
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