Cambiar el cambio climático
Los 10 años más cálidos registrados se han producido desde 1990, y es probable que 2005 sea el más caliente. Este año, hemos podido catar los múltiples peligros que nos acechan: más huracanes extremos, enormes sequías, incendios forestales, propagación de las enfermedades contagiosas e inundaciones. El clima está cambiando, y aún nos espera más. Los gobiernos del mundo están reunidos en Montreal desde finales de noviembre para estudiar los siguientes pasos, incluidas medidas específicas que el mundo podría adoptar si el Gobierno de Bush abandonara su deliberada falta de atención a esta cuestión fundamental. El cambio climático se equipara al "calentamiento del planeta", pero no se trata sólo de eso. La creciente concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero hace que se produzcan temporales más extremos, huracanes de mayor intensidad, y provoca un aumento del nivel oceánico, la fusión de los glaciares y de las capas de hielo, sequías, inundaciones y otros cambios climáticos. Hasta la química de los suelos y de los océanos se está modificando, haciendo que éstos se acidifiquen -amenazando así a los arrecifes coralinos- debido al aumento del dióxido de carbono.
No se sabe con precisión cuáles son los patrones de cambio concretos, aunque los riesgos de mantener nuestro rumbo actual en todo el mundo se aprecian ampliamente. Pero Estados Unidos se ha negado a firmar el Protocolo de Kioto, que poco hace para cambiar el curso de los acontecimientos a largo plazo en el planeta, ya que sólo ha establecido pequeñas medidas hasta el año 2012. De acuerdo con lo establecido en el tratado de Naciones Unidas sobre cambio climático, los signatarios -prácticamente todo el mundo- deben reunirse cada año para analizar la aplicación del Tratado. La conferencia de Montreal -la undécima de este tipo- debería ir más allá de 2012, para que el mundo entre en una senda climática sostenible a largo plazo. Las medidas necesarias son difíciles de introducir, porque afectan al uso que el mundo hace de la energía, especialmente el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), que, al quemarse, liberan en la atmósfera dióxido de carbono (principal fuente del aumento de gases invernadero). Pero la economía mundial depende de los combustibles fósiles, y los países en vías de desarrollo necesitan usar más, no menos, a medida que su economía crece. Aunque el mundo se quede sin petróleo y sin gas en los próximos años, seguirá habiendo mucho carbón, y el carbón sólido puede convertirse a un precio relativamente bajo en combustibles líquidos para automóviles y otros usos.
Por desgracia, las fuentes energéticas limpias y renovables que no emiten dióxido de carbono, como la energía eólica y la geotérmica, son todavía insuficientes. Se puede producir energía solar en la medida necesaria, pero con las tecnologías actuales resulta demasiado caro. La energía nuclear es relativamente barata, y podría ser abundante, pero supone un enorme aumento del peligro de proliferación de materiales para armamento nuclear. De modo que: los combustibles fósiles abundan, pero son perjudiciales; las fuentes renovables como la eólica son buenas para el clima, pero no hay suficientes; la energía solar es abundante, pero no barata; la energía nuclear es abundante, pero insegura.
La mejora de las tecnologías puede ser la forma de salir de este aprieto, pero sólo si pensamos y actuamos con miras al futuro. Hay principalmente dos tecnologías que parecen más prometedoras. La primera es la conservación de la energía mediante vehículos de consumo más eficiente. Los nuevos automóviles híbridos, introducidos por Toyota, usan gasolina y energía eléctrica para multiplicar aproximadamente por dos la eficiencia de la gasolina. Un cambio generalizado a vehículos de consumo más eficiente supondría una gran diferencia, en especial ahora que el número de vehículos se dispara en China, India y otros países en desarrollo. La segunda gran tecnología que podría marcar una gran diferencia se denomina "captura y almacenamiento del carbono". La idea es "capturar" el dióxido de carbono emitido por las centrales eléctricas y otras grandes plantas al quemar combustibles fósiles, evitando así que entre en la atmósfera. El carbono capturado se bombea después a almacenes subterráneos como yacimientos de petróleo vacíos y otros espacios idóneos. Los aspectos clave de la tecnología -capturar el dióxido de carbono, introducirlo en tuberías para su transporte y después depositarlo en el subsuelo- ya se han demostrado, pero aún no se han intentado ni probado a gran escala. Sin embargo, hay claros indicios de que al mundo no le resultaría demasiado caro asumir la captura y el almacenamiento de carbono a gran escala.
El problema es el tiempo. El cambio de los vehículos mundiales a tecnologías híbridas y otras tecnologías eficientes llevará décadas, no años, al igual que la adaptación de las centrales eléctricas a la captura y almacenamiento del carbono. Si perdemos el tiempo, los peligros planteados por el cambio climático se nos vendrán encima mientras hablamos, debatimos y planeamos. El mundo tiene que empezar a actuar pronto -muy pronto- si quiere prevenir las grandes amenazas. Será necesario que participen todas las principales regiones del mundo. Los países en vías de desarrollo no son aún grandes emisores de dióxido de carbono, pero con el crecimiento económico lo serán. Por consiguiente, todos los países, tanto los desarrollados como los que están en vías de desarrollo, tienen que contribuir; y los países ricos deberán ayudar a los pobres a sufragar los costes económicos del ajuste. Muchísimo dióxido de carbono se emitirá a la atmósfera mientras los negociadores climáticos mundiales van y vuelven en avión a la reunión de Montreal. Presionemos a nuestros gobiernos para que avancen de verdad cuando se reúnan; de lo contrario, sólo agravarán el problema.
Jeffrey Sachs es catedrático de Economía y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. © Project Syndicate, 2005. Traducción de News Clips.
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