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OCIO

La librería Kirikú y la Bruja programa todos los sábados actividades para escolares

Una quincena de niños observa atentamente, con la boca abierta, aunque se debate entre dos opciones. Justo frente a ellos, Ester Madroñero e Isabel Martín acaban de empezar una animación de un libro, Los peces que no querían ser pescados. A su lado, una joven interpreta este mismo cuento en lengua de signos para parte de la audiencia. Para algunos chavales la intérprete es indispensable. Son sordos. Para otros, oyentes, su presencia simplemente es una novedad demasiado interesante -y poco frecuente- como para perdérsela.

Madroñero y Martín son socias y propietarias de Kirikú y la Bruja, una librería infantil situada en las inmediaciones de Conde de Casal, y cada sábado, como sucedió ayer, organizan actividades para los niños. "Para todos los niños", especifican. Por eso, dos sábados de cada mes, futuras intérpretes -en femenino porque "siempre son mujeres"- se acercan a la librería para que "todos los niños", también los sordos, puedan disfrutar del cuento. La oferta se completa con libros en braille.

En Kirikú y la Bruja (nombre inspirado en un cuento senegalés luego hecho película), que ha cumplido recientemente su segundo año, ayer hubo una animación de un libro, pero las actividades varían. "Queremos hacer una librería abierta, amable", explica Madroñero. "Que los niños vean la librería como algo normal y entren, que interioricen la idea de que en el libro esta todo, que es muy completo y se relacionen con él", apostilla Martín.

Ilustradores, autores, espectáculos de guiñol e incluso de cocina son frecuentes en la librería. Para navidad, las propietarias preparan diferentes talleres (de danza, naturaleza o papel), aunque éstos no serán gratuitos como son las animaciones.

Todos los asistentes disfrutaron ayer de la animación y posterior actividad, que no todo es leer. Los niños porque les leen un cuento. Los padres, porque sus hijos abrazan de alguna manera la lectura. Las intérpretes, voluntarias, porque practican y ayudan. Y las dueñas, porque la librería se llena de chavales, que es de lo que se trata. Y por la cantidad de sordos que van. "Son muy agradecidos", añaden. "Casi siempre repiten".

Francisco Javier Peña, padre sordo de dos niños sordos, confirma ésta versión. Cuenta que la experiencia es muy positiva para los chavales, y explica que en Madrid sólo ésta y la biblioteca municipal de Retiro tienen servicio de intérprete para sordos.

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Las intérpretes son parte fundamental de la actividad, que no termina en la animación de un libro. Ayer, tras escuchar -o ver- cómo los peces no querían ser pescados, los niños se hicieron cada uno una caña y un pez de plastelina para jugar en el lago que también crearon. "Siempre hay algo más que la animación, hay que enredar al niño", rematan a coro Martín y Madroñero.

Kirikú y la Bruja. Rafael Salazar Alonso, 17. Teléfono 915 74 41 28

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