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Reportaje:

Relevo (a peor) en la Yakuza

El principal grupo mafioso japonés cuenta con un nuevo jefe más violento que ha extendido el radio de acción de los crímenes

Hace tres meses, tras una ceremonia ritualizada digna de una película de Tarantino, la Yakuza -la mafia japonesa- cambiaba de jefe. El renombrado experto en literatura china y coleccionista de arte Yoshinori Watanabe, de 64 años, dejaba el puesto a Kenichi Shinoda, de 63, más organizado y con más conexiones en Tokio. También más violento: en 1969 asesinó al jefe de una banda rival con un sable, por lo que pasó 13 años en la cárcel. El relevo ha alertado a la policía, ya que desde que se produjo, el Yamaguchi-gumi, grupo principal del crimen organizado japonés, a cuyo frente se ha situado Shinoda, ha ampliado su radio de acción para alcanzar la capital.

Entre el depuesto Watanabe y la policía existía un pacto tácito de no causar problemas en Tokio durante las visitas de líderes extranjeros, la celebración de grandes eventos deportivos o en actos oficiales de miembros de la familia imperial. Ahora, la policía teme que no haya garantía de que Shinoda respete ese acuerdo.

Es la primera vez en la historia de esta mafia que un jefe asiste a su propia sucesión

Además, hay policías que afirman que otro grupo criminal, el Kokusui-kai, con sede en Tokio y con 470 miembros, se ha asociado a Yamaguchi-gumi. Según las autoridades niponas, esta alianza prueba la intención de la banda de delincuentes de Shinoda para aumentar su presencia en el archipiélago nipón.

Watanabe dejó el cargo, en el que llevaba 16 años, tras una ceremonia que, según explican varios testigos, contó hasta con policías vestidos de paisano encargados de patrullar el exterior del edificio en el que se llevaba a cabo, en un barrio residencial de Kobe. La misión de los agentes consistía en sofocar unos incidentes que, finalmente, no se produjeron. Dentro, Shinoda se convertía en el patrón de Yamaguchi-gumi como mandan los ritos de la Yakuza: tras un brindis con sake (la bebida nacional nipona, hecha a base de alcohol de arroz), simbolizando así la unión de lazos casi de consanguinidad entre el padrino y sus subordinados. Al acto acudieron cientos de jefes de bandas contrarias, todos vestidos con quimonos masculinos.

Antes, el saliente Watanabe, en una solemne declaración, había asegurado: "He estado enfermo en los últimos cuatro años y ya no puedo cumplir plenamente con mis responsabilidades. Por eso me retiro". El capo de la Yakuza había padecido varias enfermedades, e incluso había sido hospitalizado. Pero éste no era el motivo real para dimitir.

De hecho, su jubilación fue precipitada. Así lo demuestra el que ha sido el único padrino de Yamaguchi-gumi que ha presenciado su propia sucesión. La razón última hay que buscarla en un dictamen del Tribunal Supremo japonés emitido en noviembre de 2004 por el cual se hacía responsable legal al jefe de la Yakuza de los crímenes cometidos por sus acólitos.

Así, cualquier persona podía exigirle una indemnización si creía haber sido víctima de alguna de las operaciones de Yamaguchi-gumi. Tras conocer ese fallo judicial, la banda anunció que Watanabe se tomaba un periodo sabático. Desde entonces, el grupo estuvo dirigido por un consejo de 15 shatei o hermanos menores hasta que, hace tres meses, Shinoda se convertía en el sexto padrino del centenario Yamaguchi-gumi. Su carrera ha sido fulminante: hasta el pasado mayo no fue nombrado wakagashira -número dos- del grupo, cargo que había estado vacante desde 1988. El propio Watanabe, que ahora asesora a su sucesor, desempeñó durante cuatro años el puesto de segundo de a bordo.

De cualquier manera, el relevo no despeja para nada el futuro de la Yakuza: Shinoda irá a la cárcel seis años si el Tribunal Supremo confirma una sentencia de la Alta Corte de Osaka que culpaba al actual jefe de la Yakuza porque su guardaespaldas llevaba armas sin licencia. A Shinoda ya no le quedan más instancias a las que apelar. Y la policía teme que su previsible ingreso en prisión desencadene un alud de violentas batallas callejeras entre clanes rivales para hacerse con el poder.

Yamaguchi-gumi agrupa en la actualidad, de una manera u otra, el 45% de los 87.000 pistoleros de Japón, según la policía. Esto la convierte en la mayor organización criminal del planeta. Sin embargo, tan sólo 102 personas pertenecen formalmente a la banda. La Yamaguchi-gumi es también una de las organizaciones mafiosas más adineradas del mundo. Ingresa al año cantidades que se cuentan por miles de millones de dólares procedentes de la extorsión, el tráfico de drogas, el de armas, el juego, la prostitución, la especulación urbanística y los sobornos en el área de la construcción. También está implicada en redes de pornografía en Internet y en manipulaciones en la Bolsa.

Nació en Kobe en 1915, de la mano de Harukichi Yamaguchi, al que apoyaba una cincuentena de trabajadores del puerto. Ahora se extiende por todo el archipiélago nipón, parte de Asia y en EE UU. La policía japonesa fue criticada antes por tolerar el crimen organizado. Desde hace 10 años aplica medidas severas a los grupos mafiosos. A pesar de esto, no han dejado de crecer.

Miembros destacados de la Yakuza, en el funeral de un jefe en diciembre de 1988.
Miembros destacados de la Yakuza, en el funeral de un jefe en diciembre de 1988.ASSOCIATED PRESS

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