Los electores de Taiwan castigan al Gobierno por su política contra Pekín
La opositora Alianza Azul, de los partidos Kuomintang (KMT) y Primero el Pueblo (PPP), arrasó ayer en unas disputadas elecciones municipales que se convirtieron en un verdadero plebiscito sobre la identidad de Taiwan con respecto a China. Mientras el gobernante Partido Democrático Progresista (PDP) del presidente Chen Shui-bian defiende la independencia de la isla, la oposición es favorable a un acercamiento con China. La Alianza Azul ganó 14 de las 23 alcaldías en liza y el PDP conserva seis de las nueve alcaldías que gestionaba.
El KMT obtuvo el 51,05% de los votos, mientras que el PDP logró el 42,56%, y los aliados del KMT, el 2,17%, según datos de la Comisión Central Electoral. El PDP sufrió además un duro revés al perder en el distrito de Taipei, el más poblado de la isla, con 3,7 millones de habitantes, y donde había gobernado en los últimos 16 años. El presidente del PDP, Su Tseng-chang, prometió dimitir si su partido no obtenía 10 alcaldías o perdía en el distrito de Taipei, que rodea a la capital de la isla.
Todos los partidos convirtieron estos comicios en un plebiscito sobre la identidad de la isla con respecto a China y la capacidad del Gobierno taiwanés para manejar la economía. El presidente Chen Shui-bian jugó fuerte en la campaña electoral y amenazó con un endurecimiento de su postura hacia China en caso de perder su coalición, con lo que echaba un jarro de agua fría a las expectativas empresariales de mayor liberalización.
La financiera internacional Merril Lynch entró en el fragor electoral al declarar que una victoria opositora favorecería la mejora económica de Taiwan, al dar más poder a los grupos políticos que abogan por relajar las actuales restricciones de transporte, comercio e inversiones en China.
El PDP teme que la victoria de la oposición lleve a un bloqueo parlamentario aún mayor de sus iniciativas gubernamentales y a que Pekín interprete los resultados como un apoyo a la unificación. Expertos locales no conceden tanta trascendencia a la derrota del PDP, que atribuyen a la relativa falta de dinamismo en la economía y al escándalo del metro de Kaohsiung, que llevó al procesamiento de dos dirigentes del Gobierno.
El fracaso de la campaña nacionalista del PDP marca límites a su estrategia y muestra que los taiwaneses, a pesar de su rechazo mayoritario a ser absorbidos por China, no dan su voto a alguien por el mero hecho de que ataque a Pekín. El KMT considera esa victoria como una señal positiva para reconquistar el poder en las elecciones presidenciales de 2008.
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