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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sartre, todavía y para siempre

Todavía estamos en las secuelas del centenario de Jean-Paul Sartre (y de los veinticinco años de su muerte) y todavía queda por lo visto mucha tela por cortar, pues abundan las consideraciones sobre su vida y obra, de las que ahora destaco dos que me parecen las más importantes (o tres si incluimos un buen texto dedicado a defenderlo frente a algunos ataques españoles más apresurados del "pensamiento único" que hoy nos gobierna, Jean-Paul Sartre, la pasión por la libertad, del profesor J. L. Rodríguez García, Edicions Bellaterra, 2004). Pero sobre todo me refiero a la recuperación en libro independiente por primera vez en España de un libro clave del autor, Reflexiones sobre la cuestión judía (en buena traducción de Juana Salabert), escrito en 1944, y publicado primero por entregas en la revista Les Temps Modernes en 1946, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, antes del descubrimiento de los campos "nazis" y del nacimiento del Estado de Israel, téngase en cuenta, y que ya conocíamos en alguna edición argentina, pero que ahora entra de verdad dignamente en nuestra bibliografía. Pero, sobre todo, es de destacar el librito (un resumen escrito para la colección popular Que sais-je?) reciente que le ha dedicado, poniendo las cosas muy en claro su máxima biógrafa Annie Cohen-Solal, que ya nos concedió su monumental y definitivo Sartre (1905-1980) (Edhasa, 1990, según Panteón Books, 1987, y posteriormente Gallimard) frecuentemente reeditada después, incluso entre nosotros. Pues la biógrafa ha continuado sus trabajos hasta hoy mismo, y aborda temas poco conocidos hasta ahora, lo que le permite seguir aclarando muchas cosas.

JEAN-PAUL SARTRE

Annie Cohen-Solal

Traducción de Oscar Luis Molina

Anagrama. Barcelona, 2005 160 páginas. 15 euros

REFLEXIONES SOBRE LA CUESTIÓN JUDÍA

Jean-Paul Sartre

Traducción de Juana Salabert

Seix Barral. Barcelona, 2005

173 páginas. 13 euros

Entre otras cosas, la biógrafa

(que escribió su primer gran libro cuando la figura de Sartre estaba en sus "horas bajas", sobre todo en Francia, de lo que le defendió muy bien) ha seguido investigando durante todos estos años, manejando archivos y testimonios nuevos o inéditos, sobre todo de su familia paterna en Périgord (Thiviers), donde rastrea hasta los orígenes de La náusea, que hasta ahora se centraban en Le Havre y que ahora transparentaban sus raíces en la Francia burguesa y central, sus relaciones con Paul Nizan y los comunistas, y después aclara sus actividades en la Resistencia contra los alemanes, despejando todas las calumnias posteriores (algunas infamantes), sus relaciones de amor-odio con Albert Camus (uno estaba al lado de la moral y el otro al lado de la política más rigurosa, lo que supuso la desaparición del segundo durante la guerra de Argelia, y para el primero el despertar hacia el anticolonialismo, convirtiéndole en su campeón hasta el final, como se recuerda en todo el Tercer Mundo), aunque no aclara del todo sus relaciones finales con el judaísmo, Lévinas, o su secretario final, el maoísta Pierre Victor (luego reconvertido bajo su propio nombre de Benny Lévy en un judío a machamartillo, cosa que ha estudiado muy bien Bernard-Henri Lévy (otro judío) en su gran libro El siglo de Sartre (2000), aunque parcial bastante definitivo en sus exámenes acerca de Las palabras como la dimisión del gran Sartre de la literatura, su gran testamento final. Fue su gran libro de antes de la ceguera, el que le proporcionó aquel Premio Nobel que rechazó en su gran gesto final. Pero le quedaban casi 20 años de escritura en la oscuridad, lo que nos proporcionó una avalancha de publicaciones póstumas de las que nos beneficiamos hasta el final, como los Cuadernos para una moral, los de Guerra, verdad y existencia, sus Correspondencias, sus prolongaciones inconclusas de El idiota de la familia o Crítica de la razón dialéctica o sus recuperaciones de La reina Albemarle, o de Tintoretto, Mallarmé y así sucesivamente hasta el reciente y monumental catálogo Sartre de la Biblioteca Nacional Francesa, que muestra la ausencia de sus cigarrillos como la gran falsificación correctora de un Sartre incansable fumador hasta el final, qué concesión ridícula a la actual correción política reinante.

De todas formas, este librito

de divulgación de Annie Cohen-Solal expone, con toda claridad, cómo el prestigio de Sartre crece en el mundo entero, mientras sufre su mayor contestación en su propio país y entre nosotros, más sojuzgados desde siempre al pensamiento único. Y su conclusión es demoledora, pues Sartre es hoy una "brújula moral" para el mundo entero y, por todas partes, sigue presente así. Sus Reflexiones sobre la cuestión judía son uno de sus libros fundamentales, aunque vistas del lado español, parecen más de uso interno que otra cosa, pues se centran, en medio del fragor de la pelea (como todos), en un panfleto contra el antisemitismo francés, donde muestra que el judío es una invención del antijudaísmo, y éste el mejor de los caminos hacia el conservadurismo colaboracionista. Extrañas relaciones las de Sartre con el judaísmo, de las que jamás abdicaría durante más de medio siglo, como si estuviera buscando siempre una extraña salvación, que sin embargo le explotaba los bolsillos por su generosidad, entrega a manos llenas y búsqueda de la independencia, y de la libertad y de un compromiso en el que estuvo siempre su verdadera salvación, en la que residía siempre la nuestra, no lo olvidemos, su sombra seguirá siendo siempre la nuestra.

Los escritores franceses Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, en 1977.
Los escritores franceses Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, en 1977.AP

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