Apuestas de una galerista
Toda galería de arte que merezca realmente el nombre es un proyecto estético y a la vez una aventura personal y para corroborarlo basta darse una vuelta por las dos sedes de la galería de Oliva Arauna en Madrid y echar una larga mirada a las obras expuestas para conmemorar sus 20 años de existencia. Podrá entonces comprobarse que Oliva Arauna ha apostado fuerte por una secuencia de artistas de alguna manera emparentados entre sí, encajando de paso los riesgos que siempre supone elegir a unos y prescindir de otros. Para ella fue un riesgo ciertamente exponer en su día a Sigfrido Martín Begué, un pintor cuya obra aunque asociada a la llamada nueva figuración madrileña nunca encajó realmente en la ortodoxia digamos gordillista con la que muy tempranamente se la acotó y definió. Fue igualmente un riesgo exponer por primera vez en Madrid a Alfredo Jaar, un artista chileno afincado en Nueva York que hoy está sólidamente instalado entre los 40 principales del circuito internacional del arte pero que a mediados de los años ochenta del siglo pasado era todavía un ilustre desconocido en nuestro medio, a pesar del fuerte impacto que habían causado sus participaciones pioneras en la Documenta de Kassel y en la Bienal de Venecia.
20 AÑOS Y UN DÍA
Galería Oliva Arauna
Barquillo, 29. Madrid
Hasta el 10 diciembre
Esta lista puede acrecentarse fácilmente con otros nombres con la colaboración de cualquier espectador medianamente enterado y, sin embargo, ella misma, o mejor, su criterio, no agota lo que representan en conjunto los artistas elegidos por Oliva Arauna a lo largo de su trayectoria profesional. Para hacerle justicia habría que hablar también de la consonancia de la mayoría de ellos con el rumbo cambiante de las tendencias en el arte en la escena tanto nacional como internacional, donde, como bien se sabe, el retorno de la pintura de los ochenta pronto cedió protagonismo a una relectura y a la vez una expansión de las tesis del arte conceptual y en donde la renovada crítica al fetichismo del objeto artístico se resolvió en la pasión por las instalaciones y en una adhesión muchas veces incondicional de los artistas por los lenguajes y las nuevas tecnologías de la imagen.
De hecho el curso de esta galería ha estado muy marcado en sus tramos más recientes por la tríada del conceptualismo, la fotografía y el vídeo, tal y como lo subraya esta colectiva de aniversario. Conceptual fue el proyecto que llevó a Leonel Moura a realizar la serie de retratos de filósofos a la que pertenece el Wittgenstein que ahora exponen. Y fotográficas son las obras de Miguel Río Branco o Per Barclay, que muestra una de sus mejores piezas: En la Universidad de Valencia. El vídeo corre en esta oportunidad a cargo de Antoni Abad, que expone una atractiva obra soportada por ordenador, titulada Código de tiempo.
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