El valenciano se defiende con su uso

Como valencianohablante me alegra que mi lengua haya sido utilizada en el Consejo de la Unión Europea y no me disgusta que quien la haya utilizado por primera vez sea un ministro de origen cordobés criado en Cataluña. Cuantos más la hablemos, mayor prestigio tendrá. No entiendo, por tanto, la reacción airada que este hecho ha provocado en nuestro conseller portavoz. Siendo, como es, una persona con formación universitaria, no debe ignorar que, desde la filología (por tanto, desde la luz de la ciencia) catalanes y valencianos compartimos una misma lengua; y, desde la jurisprudencia, que aquí se denomine valenciano y allá catalán no implica que se tenga que negar su identidad compartida. Él, que tanto dice defenderla, debería alegrarse de su uso en Europa. No hay nada mejor para defender una lengua que utilizarla y potenciar su uso. Claro que, quien prefiere usar generalmente otra, se ve forzado a tener que discutir sobre su denominación y sus esencias para no levantar sospechas de traición a su pueblo. Sólo desde esta perspectiva o desde la intención de pescar un puñado de votos en los caladeros de Sentandreu, que se nutren con semejantes detritus, se puede entender la reacción del inefable conseller González Pons.