_
_
_
_
Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una Italia sonrojante

Primera cuestión que cabe aclarar cuando ante un filme como ¡Viva Zapatero!, punzante, dolorosa incursión de una mujer notoriamente pública en Italia, la humorista Sabrina Guzzanti, en los desaguisados de su propia historia como represaliada televisiva: el nombre del filme, salvo la puntual referencia de uno de los entrevistados, que recuerda que en España hay un presidente que cumple sus promesas, nada tiene que ver con Rodríguez Zapatero. La propia directora afirmó que el título le parecía simplemente eufónico (por aquello de ¡Viva Zapata!), y a otra cosa.

La segunda tiene que ver con la manera en que el filme luce en la pantalla: estamos ante un documental de urgencia, hecho con mucho humor, sí, pero también con mucha indignación, con rabia apenas contenida, y eso se nota a veces en un cierto apresuramiento en el manejo de la cámara; en otras, en reiteraciones y, sobre todo, en un largo y arduo debate sobre el concepto de sátira política, que es, desde el punto de vista formal, el verdadero nudo de la película, pero que se antoja excesivo para públicos no italianos.

¡VIVA ZAPATERO!

Dirección: Sabrina Guzzanti. Con la participación de: Rory Bremner, Sabina Guzzanti, Enzo Biagi, Michele Santoro, Dario Fo. Género: documental político, Italia, 2005. Duración: 80 minutos.

Y la tercera tiene que ver con la presencia constante de su realizadora y principal, digamos, intérprete, Sabrina Guzzanti, que se traviste (por ejemplo, de hilarante Berlusconi) actúa, gesticula, entrevista, interviene, interfiere, ordena y manda sobre todo el documental.

Alegato

Pero una vez superados estos dos escollos, lo que acaba por definir a ¡Viva Zapatero! es otro tipo de logros, y ante todo, uno inmenso: se trata del más ordenado y tremendo alegato cinematográfico jamás puesto en pie sobre los modos, tan siniestros como arteramente efectivos, que Berlusconi ha ido empleando, en la última década, para hacerse con el sofocante control efectivo de toda la maquinaria periodística italiana. Bien por vía de sus acciones mayoritarias en varios grupos, bien por la vía parlamentaria, que le ha permitido no sólo hurtarse al control de los jueces, sino incluso a poner a sus testaferros o a sus aliados políticos al frente de las principales cadenas de la televisión pública, lo cierto es que desde la información hasta el espectáculo (o la interesada mezcla de ambos), todo rezuma olor a régimen, un olor que los italianos, que soportaron (y muchos, ay, apoyaron) durante 20 años a un dictador, conocen bien y que ahora, en otro contexto, parece propiciar un control de la información que creían olvidado.

Esos modos marginan cualquier disidencia, y Guzzanti, con su ácido humor político, ha terminado siendo una de las víctimas de la nueva situación mediática tejida por el maquiavélico presidente empresario. Se habla mucho del caso Guzzanti en el filme, como no podía ser menos; pero no sólo de ella. Y con ser grave el control, la censura y la expulsión, otro elemento es el que termina por convertirse, sobre todo para espectadores extranjeros, en ciertamente ruborizante: la mansedumbre con que los partidos de la oposición han terminado por aceptar la situación, ante la que no sólo no se rebelan, sino que, en algún caso, terminan por convertirse en mudos apoyos para las tropelías del poder. Un filme que empieza hablando de la televisión y termina por poner sobre el tapete las debilidades y las operaciones de acoso que sufren los sistemas democráticos en nuestros días... una cita obligada para cualquier ciudadano sensato.

Una imagen del documental <i>¡Viva Zapatero!</i>
Una imagen del documental ¡Viva Zapatero!

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_