Desaparece una leyenda
George Best muere a los 59 años consumido por una infección pulmonar y sus excesos con el alcohol
El fútbol perdió ayer a una leyenda. George Best murió en un hospital de Londres, consumido por una terrible infección pulmonar y por años de abusos con el alcohol. Sólo tenía 59. Quizá el jugador británico más brillante y, desde luego, el más carismático, aunque jamás defendió la camiseta de Inglaterra porque era hijo de Irlanda del Norte (Belfast, 22 de mayo de 1946), fue el primer icono mediático del fútbol mundial. Pero su estilo de vida le privó de la longevidad en los campos de juego y fuera de ellos. El chaval que llevó por primera vez a un equipo inglés, el Manchester United, a la gloria europea no supo dejar de beber.
Murió tras desperdiciar una penúltima oportunidad para agarrase a la existencia. Alcoholizado desde joven, Best, con el hígado destrozado, tuvo la fortuna de someterse a un trasplante en 2002. Pero su compromiso de dejar la bebida apenas duró unas semanas. Volvió a ella y multiplicó por mil sus posibilidades de morir muy pronto.
Best llevaba desde el 1 de octubre en un hospital privado de Londres. Ingresó con fiebre alta que pronto se reveló el síntoma de una infección en los riñones. Su salud se deterioró con rapidez. Tras una leve mejoría, una infección en los pulmones puso de manifiesto el pasado fin de semana que difícilmente podría superar la crisis.
El jueves, el doctor que le atendía, Roger Williams, anunció: "Sus horas están contadas". "Best está llegando al final de esta enfermedad y me temo que puede morir en cualquier momento. Ha entrado en una situación de no retorno", añadió. Prácticamente, todos sus órganos vitales estaban arruinados. Salvo el corazón, que se resistía a dejar de latir. Ayer por la mañana los médicos le retiraron el tratamiento y le dejaron morir, sedado y en paz, acompañado de su hijo, Calum, de 24 años; de su padre, Dickie, de 87, y de su hermana, Bárbara. Será enterrado en Belfast, junto a su madre. Dos de sus más carismáticos compañeros de equipo, Dennis Law y Bobby Charlton, han estado a menudo a su lado en estos últimos días.
Su muerte ha provocado una gran tristeza en el Reino Unido y en Irlanda, donde para bien o para mal su figura ha sido siempre objeto de la atención de los tabloides y la prensa de calidad. "Soy quien ha llevado el fútbol desde la última página a la primera" , dijo una vez. Ayer lloraron su marcha desde el primer ministro británico y el irlandés a los hinchas del Manchester o sus amigos de barrio del Este de Belfast, su humilde cuna.
Con Best desaparece la primera gran figura mediática del fútbol. Debutó en el Manchester con apenas 17 años justamente cuando la BBC empezaba sus transmisiones en directo. Su juego imprevisible y su vida desordenada, todo magnificado por el naciente fenómeno televisivo, le convirtieron en un personaje de enorme popularidad, en el quinto beatle, en un joven multimillonario que nunca supo resistir las tentaciones del hedonismo. Los excesos en la cama y con el alcohol fueron minando su carrera y en 1972, cuando sólo tenía 26 años, incluso anunció su retirada.
Volvió, pero nunca alcanzó el nivel que le llevó a la cima. Tras ir dando tumbos, colgó las botas en 1983. "He gastado mucho dinero en borracheras, mujeres y coches. Lo demás, simplemente, lo he derrochado", dijo otra vez.
Desde su retirada mantuvo una vida de altibajos en la que no faltaron momentos de lucidez, como cuando en 2000, como comentarista de Sky, se atrevió a menospreciar la calidad de Beckham en la cresta de su popularidad: "No sabe chutar con la izquierda, no cabecea, no puede quitar el balón al adversario y no marca muchos goles. Aparte de eso, está bien", ironizó.
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