Todo un compromiso ético
Compartiendo desde hace 30 años con los promotores de Saó inquietudes y objetivos, no podía sernos ajeno que la publicación haya alcanzado su número 300, al tiempo que el consejo de redacción haya acordado conceder, este noviembre, el premio que lleva su nombre a Francesc de P. Burguera. La fidelidad al país y a su gente llevó a Burguera, como a la revista, a sufrir dificultades, incomprensiones y represiones. El actual director de la publicación, Emili Marín, afirma que el futuro será nuestro. En realidad el triunfo ya lo ha sido, aunque sólo sea por subsistir durante todo este tiempo dando un ejemplo de tolerancia y militancia en favor del entendimiento entre posiciones progresistas valencianistas y la iglesia católica, cuya jerarquía se encuentra alejada de las primeras, como sólo con sintonizar la COPE se puede lamentablemente comprobar.
Recoge Burguera la cita del maestro Carles Salvador, en la carta que le remitió en 1949, "el valencianisme és, abans que tot, una posició ètica", y hace honor a lo largo de toda su trayectoria a este compromiso. Como poeta, laureado con sólo 21 años, Ara que sóc ací; como autor teatral, indagando sobre la tragedia cotidiana del hombre y sus raíces, Tornar a volar o L'home de l'aigua; como ensayista premiado en los Premis Octubre, Es més senzill encara: digue-li Espanya, buscando la réplica que no el enfrentamiento con su amigo Josep Guía; o como portavoz del sindicato de los arroceros, y también, cómo no, como político.
Como representante de la Federación de arroceros, Burguera conocía bien no sólo los datos sino también las entretelas del país, y así su informe sobre la economía ante el mercado común, que hizo llegar a Joan Fuster, pudo haber llevado a éste a considerar a la sociedad valenciana como una estructura agromercantil en crisis, lo que luego llevaría a diversos autores, entre otros Ernest Lluch, a cuestionar esta tesis de Nosaltres, el valencians.
Como político, Burguera pasó, desde el Partido Demócrata Liberal del País Valencià, que fundó con el malogrado Joaquín Muñoz Peirats, acompañados de José Antonio Noguera de Roig y Salvador Castellano, entre otros, a la coalición de partidos de UCD, que abandonó al convertirse en partido, llegando al Partit Nacionalista del País Valencià, más tarde integrado en Unitat del Poble Valencià, y recientemente pasando a presidir el colectivo de Valencians pel Canvi.
Como comentarista político, sus artículos fueron recogidos en dos publicaciones Madrid, página 3 y De cara al país, pero sus colaboraciones fueron incluidas en diferentes medios como el periódico Madrid, El Correo Catalán, o los valencianos Las Provincias, Levante, o Valencia-fruits. Actualmente, tras haber sido cesado en la agencia de noticias para la que trabajaba, según parece por un artículo titulado Rinconete y Cortadillo en el que se hacía referencia a Acebes y Zaplana, continúa haciéndolo, para disfrute de sus lectores, desde estas mismas páginas.
Y como el valencianismo de Burguera es ante todo una cuestión ética, ni queda condicionado por la seguridad de la victoria, ni necesita de vacuos éxitos para perseverar. De esta forma Burguera da testimonio a lo largo de toda su actuación de la ética del compromiso que apuntaba Salvador, mantiene su actuación independiente de presiones que pudieran condicionarla y responde con creces a las demandas de la sociedad valenciana por la recuperación de su propia identidad.
