Injusticias
La vida cotidiana, el goteo de noticias luctuosas, nos ofrece una realidad cada vez más preocupante que ningun gobierno puede remediar: la injusticia social y laboral. Una injusticia social que ha provocado el estallido de las clases humildes en Francia. Porque quienes tienen más olvidan y marginan a los que malviven hacinados en viviendas muy precarias, sin trabajo estable,sin derechos, y todo ello ha derivado en una explosión de violencia que amenaza con acentuar la gravísima fractura social en un mundo cada vez más globalizado, lo cual vemos desde la distancia, pero deberíamos observar en qué situación nos encontramos tras la llegada masiva de inmigrantes en los últimos meses y el caos generado en la valla fronteriza de Marruecos. Inmigrantes que se hacen notar en demasía en toda la franja mediterránea y cuya situación social y laboral deja mucho que desear, es decir, un claro ejemplo de que no nos diferenciamos mucho de Francia aunque se confía en que esos focos de violencia no hagan acto de presencia.
En lo que se refiere a la injusticia laboral, no solo podemos tomar como ejemplo el gravísimo accidente del viaducto de la autovía del Mediterráneo a su paso por Almu-ñécar, ya que a partir de ahí se descubre un submundo de mafias y subcontratas. En definitiva, gente sin escrúpulos que ofrecen un empleo sin cumplir un mínimo requisito legal, y que se traduce en trabajadores extenuados tras jornadas de diez y doce horas, sin medidas de seguridad y con salarios irrisorios. Es decir, que la injusticia social y laboral es un porblema candente que obliga a los gobiernos a replantearse si la política actual es capaz de solventar las carencias de una sociedad deteriorada y castigada por sus actos, y es que no cabe otro argumento que no sea trabajar por que todos seamos iguales, derechos para todos, justicia para todos.
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