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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cartas de Carmona

Desde hace unas fechas a esta parte, muchas personas que vivimos y trabajamos en Carmona estamos pendientes de las secciones de Cartas al Director de los principales diarios andaluces y sevillanos debido a la frecuencia con que aparecen comentarios sobre nuestra ciudad. Este hecho sorprende, no porque pensemos que esté mal opinar sobre qué y cómo se hacen las cosas en ella, sino porque nadie conoce a quienes las firman. Por ejemplo, María Ruiz Gavira, que se ha convertido en todo un "clásico" de esta saga, que amenaza con convertirse en un culebrón sobre su disconformidad con la Bienal de Arte Sacro. Ignoro quién sea esta persona y si, como ha dicho Antonio Torres -responsable de organización del Consejo local de Izquierda Unida-, no pertenece a esta formación política, pero desde luego ignora mucho sobre Carmona y los cambios que ha experimentado en los últimos años. En esta ciudad sí hay políticas sociales y son muy avanzadas. A programas de colaboración, de asistencia a drogodependientes deben sumárseles políticas municipales de viviendas sociales y ayudas a familias, que han sido pioneras en Andalucía. Y, desde luego, Antonio Torres Belloso no es personal de confianza de la alcaldía, a no ser que todos los ordenanzas del Ayuntamiento también lo sean.

Hay otros más, pero de todos el que más despistada me deja es quien usa el nombre de Juan Corbones, plagiando a un personaje ya conocido entre nosotros, para poner en su boca infundios de porras sobre eventuales dimisiones. Hay quienes piensan que se trata de una estratagema urdida por la oposición municipal, que mira con agrado este bombardeo por los réditos que pueda sacar, aunque sea a costa del descrédito de la ciudad. Y, sin embargo, yo no les atribuyo tanta inteligencia y más bien pienso que nos encontremos ante la clásica persona ociosa que, además, se cree graciosa, de lo que no faltan ejemplos en esta ciudad. El caso es que, entre tantos opinadores, yo ya no sé si vivo en la Carmona real o en la surrealista Macondo.

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