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Putin prepara su futuro

El presidente ruso maniobra para asegurarse de que la élite dirigente permanecerá en el poder después de su salida del Kremlin, prevista para 2008

Pilar Bonet

Los nombramientos que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha realizado esta semana en la Administración del Kremlin y en el Gobierno suponen la primera maniobra de envergadura para permitir a la élite dirigente mantenerse en el poder en 2008, cuando, de acuerdo con la Constitución, Putin concluirá su segundo y definitivo mandato al frente del país y deberán celebrarse elecciones para sustituirle.

Los analistas rusos son prácticamente unánimes en esta opinión, pero discrepan al valorar las posibilidades de los ascendidos. Algunos piensan que el líder ruso no ha puesto todas las cartas sobre la mesa. En el periodo de más de dos años que quedan para los comicios pueden pasar muchas cosas, y los cambios constitucionales no están excluidos, aunque el presidente asegura no tener ninguna intención de alterar la Carta Magna en breve plazo, según la socióloga Olga Kryshtanóvska- ya, jefe del centro de estudio de la élite de la Academia de Ciencias rusa. Para iniciar un cambio constitucional, se necesita una mayoría absoluta en la Duma estatal (Cámara baja del Parlamento), algo que posee Rusia Unida, el partido de los seguidores de Putin.

Los dos nuevos vicejefes de Gobierno, primeros corredores lanzados a la pista

Los nuevos vicejefes de Gobierno -Dmitri Medvédev, que hasta ahora dirigía la Administración del Kremlin, y Serguéi Ivanov, que conserva el puesto de ministro de Defensa- son considerados como los dos primeros corredores lanzados a la pista a probar su idoneidad para una carrera de fondo. Sin embargo, un tercer personaje, Serguéi Sobyanin, el nuevo jefe de la Administración, que era gobernador de la región petrolera de Tiumén desde 2001, merece, según Kryshtanóvskaya, una mirada atenta por tener un "serio potencial electoral", a diferencia de los peterburgueses Medvédev, un jurista, e Ivanov, un veterano de los servicios de seguridad.

Sobyanin, un siberiano de 47 años, es un hombre curtido en las urnas, donde ha cosechado diversas victorias. Ingeniero y jurista de formación, es considerado como un político activo y prudente, educado en su trato, decidido en la acción y capaz de conjugar intereses contrapuestos. Según Kryshtanóvskaya, es alguien que "sabe gustar al electorado y ponerse de acuerdo con las élites".

Por haber hecho carrera en Siberia Occidental, la zona petrolera por excelencia de Rusia, Sobyanin conoce los entresijos del sector y a los artífices de empresas que operan en Tiumén o la región de los Jantís y los Mansis, como TNK, Surgutneftegaz, Lukoil y Yukos. La experiencia en el sector energético es algo clave en la Rusia actual y puede serlo más en el futuro.

"La mentalidad de la clase dirigente está cambiando. Hoy, en lugar de recurrir al arma nuclear como argumento de poder, recurre al petróleo y al gas, que son la nueva bomba atómica de Rusia", afirma Kryshtianóvskaya. La política exterior del Kremlin utiliza cada vez más el aprovisionamiento energético de acuerdo con una agresiva concepción de las relaciones de mercado, ya sea en Moldavia, en Ucrania o en Polonia. Las actuaciones de los grandes consorcios energéticos rusos en los países vecinos responden en parte a la filosofía del imperio liberal, de la que es autor Anatoli Chubáis, el jefe del Sistema Eléctrico Unificado de Rusia, y que consiste en afirmar la influencia exterior de Moscú mediante el control económico.

Gracias al petróleo, la situación económica actual es boyante, aunque Rusia tenga 28 millones de personas que viven con menos de 100 dólares al mes. El fondo de estabilización creado con los ingresos del crudo ha superado el billón de rublos (cerca de 30.000 millones de euros) y el comercio exterior de enero a septiembre tiene un saldo favorable de cerca de 89.000 millones de euros.

Putin se prepara para dejar el Kremlin, pero existen otras posibilidades. Kryshtanóvskaya, por ejemplo, no descarta que se altere la Carta Magna siguiendo el modelo alemán, para hacer que el presidente de Rusia se convierta en una figura simbólica, y el primer ministro, en la figura política clave.

¿Y por qué no podría ser Putin el primer ministro? La socióloga descarta que Putin, al abandonar el Kremlin, quiera dirigir Gazprom, tal como aseguran algunos analistas, porque, en un país donde la política y la economía están tan fundidas como en Rusia, eso podría ser muy arriesgado.

"La fecha de 2008 es bastante relativa. Si el grupo dirigente decide que ha llegado la hora de alegrar el país con una sorpresa, entonces los cambios en el sistema político pueden suceder bastante deprisa. La gente que hoy dirige el timón, ya más de una vez ha mostrado inclinación a la conspiración y los pasos inhabituales", afirmaba la socióloga en Védomosti. De momento, la élite rusa mira el año 2008 como si tuviera que preparar unas olimpiadas en Moscú para entonces.

Vladímir Putin, en el Salón Aeroespacial Internacional de agosto de 2005, en Moscú.
Vladímir Putin, en el Salón Aeroespacial Internacional de agosto de 2005, en Moscú.EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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