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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

De 'El código Da Vinci' al priorato de Sión

Rennes-le-Château, un pueblecito encaramado en lo alto de una colina en el sur de Francia, cuenta con dos librerías. La cosa no tendría más importancia si no fuera porque allí sólo viven 17 habitantes, lo que otorga a Rennes-le-Château el inusual récord de una librería por cada 8,5 habitantes. Y, sin embargo, me dicen, la gente del pueblo lee muy poco. ¿Cuál es entonces el secreto de Rennes-le-Château? Pues el secreto está en un abigarrado y misterioso cóctel en el que ocupa un lugar central la figura del abad Berenger Saunière, un clérigo de costumbres licenciosas que vivió allí entre 1885 y 1917 y que tuvo la fortuna de dar con un tesoro que aún hoy sigue rodeado de múltiples incógnitas. Hace ya varias décadas que el enigma del tesoro del abad atrae a curiosos y a buscadores de tesoros a Rennes-le-Château, pero el interés se ha disparado aún más desde que Dan Brown lo citara en el supersuperventas El código Da Vinci. A partir de la publicación de este libro, son muchos los peregrinos que acuden a Rennes-le-Château con la esperanza de dar con las claves del secreto del abad y, ya puestos, encontrar el fabuloso tesoro. Por si surgiera alguna duda durante sus pesquisas, las dos librerías del pueblo ofrecen a los buscadores la amplia bibliografía que se ha publicado desde la década de 1960 sobre el tema: ¡más de 300 títulos!

Rennes-le-Château es un pueblecito lleno de enigmas, y dispone de una librería por cada 8,5 habitantes

El libro que disparó, a principios de la década de 1980, la fiebre por el abad Saunière fue El enigma sagrado, firmado por tres periodistas de la BBC y publicado en España en 1987 por Martínez Roca. Unos años después se publicó en Francia la novela El misterio del priorato de Sión, en la que Jean-Michel Thibaux recrea la vida del abad. Los efectos colaterales de El código Da Vinci han hecho que ahora aparezca en castellano y en catalán de la mano de Roca Editorial.

"Para escribir esa novela", contaba Thibaux hace unos días en Rennes-le-Château, "me documenté a fondo e incluso estuve durmiendo durante unos días en la cama del abad. La rectoría estaba entonces en manos de un particular que me dejó vivir un mes en la casa. Enseguida me di cuenta de que el abad era un personaje extraordinario, muy novelesco. Su renta era mínima y cuando llegó a Rennes-le-Château, la iglesia estaba en un estado deplorable. El abad, sin embargo, pidió un préstamo para restaurarla y, al retirar el altar, vio que uno de los pilares visigóticos que lo sostenían estaba hueco. Allí encontró unos antiguos documentos, escritos al parecer con un código secreto, que cambiaron su vida".

A partir de aquí, la trama se complica con unas transcripciones que hacen alusión a un tesoro de los visigodos, a unos cuantos cuadros con conexiones esotéricas, al misterioso priorato de Sión y a una hipótesis descabellada que sostiene que Jesús no falleció en la cruz, sino que se casó con María Magdalena y tuvo hijos. Los familiarizados con El código Da Vinci ya saben de qué va. Si nos ceñimos a los hechos, sin embargo, lo único que está claro es que el abad Saunière empezó a nadar de pronto en la abundancia: restauró la iglesia, construyó un nuevo edificio para la rectoría y una biblioteca colgada del abismo. Saunière no perdió el tiempo, ya que mientras tanto se lió con su sirvienta, se relacionó con gente importante como Oscar Wilde y Debussy y tuvo incluso tiempo para mantener un sonado romance con la cantante de ópera Emma Calvé. A su muerte, en 1917, dejó su herencia a la sirvienta, que moriría a su vez en 1954 sin revelar el origen de la fortuna del abad.

"Si os fijáis", observaba Thibaux en la reciente visita que un grupo de periodistas hicimos a Rennes-le-Château, "junto a la entrada de la iglesia hay una estatua de un demonio. No es un demonio cualquiera: es Asmadeo, el que guardaba el templo de Salomón. El resto de la iglesia también está cargado de simbolismo que parece hacer referencia a un tesoro oculto".

Como consecuencia del misterio del abad, los buscadores de tesoros acuden cada vez más a Rennes-le-Château. Cualquier indicio les parece bueno para sus pesquisas, hasta el punto que el demonio de la iglesia ha sido robado unas cuantas veces, un pozo dinamitado y la tumba del abad saqueada, antes de que el Ayuntamiento decidiera trasladarla del cementerio al jardín de la rectoría. Según dicen por el pueblo, los nazis buscaron en la década de 1940 este tesoro que parece tener conexiones con una aventura de Indiana Jones, y el Mosad lo sigue buscando en secreto. En cualquier caso, vista la fiebre que despierta el misterioso tesoro, los que no consigan dar con él siempre pueden pasar al plan B, que consiste en comprar en las librerías de Rennes-le-Château alguno de los libros sobre el abad (un auténtico filón editorial) o algún recuerdo de su visita al pueblo, sea en forma de postal, de llavero, de cuadro, de anillo, de pendientes, de reloj, de estatuilla o de demonio convertido en pisapapeles. Todo esto, además de enigmas y misterios, puede encontrarse en Rennes-le-Château.

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