Director nuevo
La Orquesta de Valencia estrenó el viernes un nuevo director titular, Yaron Traub, elegido por los propios profesores, tras haber trabajado con él en varias ocasiones. Traub, en un bonito gesto, ofreció como inicio del programa los Aguafuertes de una novela, de Francisco Llácer Pla, compositor valenciano fallecido en 2002 y que, en vida, trajo algo de aire fresco al enrarecido ambiente musical de esta ciudad. Es divertido imaginar la impresión que causarían estos Aguafuertes, hijos, de alguna manera, de la Segunda Escuela de Viena, en 1960, cuando por estos pagos ni siquiera se había estrenado La Consagración de la primavera. Además de moderna, la obra, como casi siempre sucede con las de "Don Paco" (así le llamaban cariñosamente sus alumnos), tiene tanto fundamento como ausencia de pretensiones, y eso, en un compositor, es casi la primera receta para hacer las cosas bien.
Yaron Traub
Director titular de la Orquesta de Valencia. Obras de Llácer Pla y Mahler. Palau de la Música. Valencia, 21 de octubre de 2005
Se aprovechó la ocasión para homenajear, con motivo de su jubilación, a José Marí, percusionista de la orquesta, quien participó en el estreno de los Aguafuertes de Don Paco, muy bien interpretados este viernes por el nuevo director. Vino luego, como plato fuerte, la Quinta Sinfonía de Mahler, una obra con tantos problemas técnicos y expresivos que quizás fuera arriesgado programarla en un debú. Traub la "diseccionó" y la "explicó" con detalle, los profesores resolvieron bien los problemas de ajuste. El solista de trompeta y las solistas de trompa y de arpa merecieron con creces los aplausos que el público les dedicó. La obra, movimiento a movimiento y sección por sección estuvo bien resuelta. Un buen trabajo de orfebre donde faltó, sin embargo, el aliento autodestructivo que la obra rezuma por los cuatro costados y que le otorga unidad desde el primer al último compás. Los miembros de la orquesta, por un lado, y la batuta, por el suyo, estaban todavía demasiado pendientes de los problemas técnicos para dejarse llevar emocionalmente -como han hecho otras veces con este mismo director- y transmitir al oyente la profunda desesperanza que rezuman estos pentagramas. No creo que sea ésta, de todas maneras la mayor dificultad de Traub con la orquesta. En otras ocasiones le hemos visto "transmitir" perfecctamente a los músicos la emoción que éstos deben comunicar al público, y es de esperar que vuelva a hacerlo. Tendrá problemas de más difícil solución, porque casi son ya endémicos en la Orquesta de Valencia: lograr la transparencia total exigida por el repertorio del XVIII sería el mayor de ellos. La delicadeza en los reguladores de los metales y la calidad de sonido de estos instrumentos en los fortissimi sería otra cosa a resolver. Y un detallito más importante de lo que se piensa: en las obras con texto cantado, por solistas o por coro, resultaría de gran ayuda para los instrumentistas disponer del mismo en la lengua original y en la versión traducida. Si esto sucede ya así, sería cuestión de que se lo leyeran.
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