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Reportaje:

En "volanditas" frente al Mediterráneo

Joaquín Sabina arranca en Roquetas de Mar su gira para presentar su disco 'Alivio de luto' tras tres años de silencio

Todos los carteles que anuncian los conciertos a lo largo de la carretera de Alicún, la que lleva hasta el Auditorio de Roquetas de Mar, tienen pegado el rótulo de entradas agotadas. Desde principios de semana Joaquín Sabina y sus músicos han ensayado en el auditorio roquetero. "Nos han dicho que nos iban a tratar mejor que en casa y así nos sentimos", dijo el cantautor durante el concierto. Hoy Sabina ofrece el último de ellos en la localidad.

El pasado viernes la noche pintaba ya invernal en la provincia de Almería y caían algunas gotas. "Nos ha traído hasta la lluvia", comentaba un asistente al espectáculo. El auditorio roquetero acogió para la ocasión una de las muestras de público más variopintas de su historia. Españoles, extranjeros, universitarios, padres con hijos, hippies, maduritos, clase media, roqueros, clase alta y algún que otro jubilado. La expectación ante el concierto del cantautor jiennense era tal que el simple anuncio en sala por megafonía del inicio del recital provocó la euforia entre el público con aplausos antes de escuchar un solo acorde.

"No sé si lo habéis notado, pero estoy un poco aterrorizado", dijo Joaquín Sabina

Pasaban cinco minutos de las diez cuando una sirena de barco ahogó los murmullos. Era la del trasatlántico que coronaba el telón de fondo dibujado por el artista malagueño Lorenzo Zavall. El barco, en el horizonte, invitaba a la partida o, quizás al regreso de un largo viaje. Sabina, con bastón y maleta en mano, salió al escenario del brazo de Olga Román, su acompañante en los coros desde hace 12 años. La puesta en escena y la cuidada luminotecnia no disimularon en ningún momento las intenciones teatrales, aderezadas con la vestimenta de los músicos. Los versos de Pablo Neruda Amo el amor de los marineros fueron lo primero que Sabina tarareó tras su largo silencio, con su elegante levita, pantalón a rayas y bombín brindado al público, como los toreros en las tardes de gloria. Sabina tenía tras de sí la sugerente pintura de una ciudad porteña, anacrónica e inventada, con edificios y gaviotas en sus tejados, un bar en los bajos y un coche de época aparcado en el Paseo Marítimo que traslada a La Habana o adonde uno quisiera imaginar.

No es casual que haya sido Roquetas de Mar testigo de este inicio de gira. La clave no es otra que el auditorio del municipio. Arrancar en Roquetas se ha convertido en algo habitual entre los cantautores y compositores españoles -lo hicieron en su momento Manolo García, Miguel Ríos o Joan Manuel Serrat- para después abordar sus giras nacionales. Amén de la "excepcional" acústica, el auditorio cede su espacio para ensayos durante toda la semana. "Los demás teatros te cobran por ello. Aparte, aquí no se tiene la presión de una ciudad grande", reconocen fuentes cercanas al compositor.

"No sé si lo habéis notado, pero estoy un poco aterrorizado", fueron las palabras con las que un renovado Sabina rompió el hielo con sus seguidores, que esperaban con impaciencia este momento. El artista, que no dejó de bromear entre tema y tema, recitó además dos poemas durante su espectáculo. De su último trabajo, Alivio de luto, sonaron temas como Pájaros de Portugal, Pie de guerra, Dos horas después y Seis tequilas, este último interpretado por Pancho Varona, productor del artista.

Entre sus temas más conocidos sonaron ¿Quién me ha robado el mes de abril?, Peor para el sol, La del pirata cojo, Peces de ciudad (con la armónica de Antonio García de Diego) y 19 días y 500 noches. Y nos dieron las diez cerró un concierto de dos horas. "Guardaré esta noche en el corazón porque me habéis llevado en volanditas", remachó el artista minutos antes de desaparecer del escenario.

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