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Columna
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Tránsfuga

El abandono del PP de un diputado autonómico, tras ser captado por el partido extraparlamentario ultra Coalición Valenciana (CV), y su atrincheramiento en el grupo mixto anuncia una nueva dinámica para el año y medio que queda de legislatura. No siendo el de este tránsfuga un voto que ponga en riesgo la mayoría absoluta del PP, su movimiento en las Cortes Valencianas sí que produce varios efectos sobre el escenario político. Para empezar, instala de nuevo en el Parlamento, y ahora de modo fraudulento, el agotado delirio anticatalanista, que en su día ya había superado incluso la medio extinta Unión Valenciana (UV), y al que hasta la fecha solía recurrir el PP como tinta de calamar para casos de extrema demagogia. Pero esos habituales ejercicios de cinismo del PP se han demostrado muy nutritivos para hinchar el globo del ex falangista fundador de CV, quien hasta el momento trataba de recoger el naufragio de UV sobredimensionando sus propios actos con publicidad pagada con financiación opaca, y ahora acaba de lograr una plataforma en las Cortes para amplificar sus despropósitos. Y eso, teniendo en cuenta que la mayoría electoral del PP se sustenta en parte sobre 200.000 votos prestados de UV, puede resultar inquietante, sobre todo por el tono remodulado al alza que puede dar el PP a su discurso anticatalanista para tratar de neutralizar desesperadamente el ascenso de CV. Porque volver a meternos en esa espiral nos puede costar, colectivamente, un punto del PIB, aunque otros, individualmente, incrementarán su patrimonio. Pero aparte de esto, la baja del diputado Francisco J. Tomás, supone un fracaso para el vicepresidente Víctor Campos, que es el responsable orgánico de este parlamentario castellonense que se suponía amarrado. El hecho abre un frente externo para el PP en su ámbito sociológico, que bastante tenía apagando los fuegos que día a día le enciende en su interior el sector zaplanista, y augura réplicas para los próximos meses. Y sea o no el presidente de la Diputación de Valencia, Fernando Giner, el siguiente, lo que está claro es que su precio en la negociación de las listas electorales acaba de dispararse. Que es tanto como decir el de Eduardo Zaplana.

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