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Blair acusa al Parlamento de estar "desconectado de la realidad"

La prensa británica habla del "principio del fin" del primer ministro

Tony Blair acusó ayer a los Comunes de lo mismo que le acusan a él: de estar "desconectado de la realidad". El primer ministro británico, que el miércoles vivió sus momentos más bajos desde que llegó a Downing Street al ver cómo los diputados recortaban sus propuestas antiterroristas y le infligían su primera derrota parlamentaria en ocho años, se reafirmó ayer en que el Gobierno hizo lo que tenía que hacer. La prensa británica interpreta la crisis como "el principio del fin" de la era Blair y pronostica sangrientas batallas en los Comunes en los próximos meses, cuando deban tramitarse controvertidas reformas en educación, sanidad y ayudas sociales.

Lejos de abrazar la autocrítica, el primer ministro expresó en la habitual reunión del Gabinete su opinión de que existe "un preocupante distanciamiento entre partes del Parlamento y la realidad de la amenaza del terrorismo y la opinión pública". A su juicio, esos sectores del Parlamento están "desconectados de la realidad".

Ésa es precisamente la acusación que más a menudo recae sobre Blair, la misma que suele acompañar a tantos otros políticos cuando llevan muchos años en el poder: su tendencia a aislarse y a creer que sólo ellos y los expertos que les rodean están en posesión de la verdad.

Pero la realidad suele desmentirle a menudo. Blair, que tras los atentados del 7 de julio en Londres se apresuró a negar cualquier relación entre éstos y la invasión de Irak, tuvo que escuchar ayer ese reproche de labios del grupo de expertos musulmanes que él mismo eligió entonces para analizar la situación de la comunidad musulmana británica. Ese grupo ha concluido ahora que la política exterior ha sido "un factor clave" en la radicalización de los musulmanes británicos y ha cuestionado la necesidad de buena parte de las propuestas de Blair de endurecer la legislación antiterrorista.

Se oponen, por ejemplo, a la figura de la apología del terrorismo, que los Comunes estuvieron a punto de suprimir mediante una enmienda que el Gobierno ganó la semana pasada por un solo voto; o a las intenciones del Gobierno de elaborar una lista de medios y locales islamistas porque puede ser percibido como "una censura hacia aquellos que puedan criticar la política exterior británica o defender la unidad política de los musulmanes".

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Aunque Blair ha demostrado una capacidad ilimitada de reponerse a las crisis desde que decidió apoyar la invasión de Irak, su situación política es más débil que nunca. El futuro inmediato del primer ministro es sombrío. En las próximas semanas han de entrar en el Parlamento las propuestas del Gobierno para recortar determinados beneficios sociales, a principios de año se discutirá la privatización de algunos servicios sanitarios, en febrero se tramitará la polémica reforma de la enseñanza secundaria y hay pendientes temas tan polémicos como el carnet de identidad, el fin de la moratoria para construir centrales nucleares o la renovación del arsenal nuclear del Ejército británico. Las apuestas señalan que sólo un 24% cree que Blair seguirá en el poder en diciembre de 2007.

Su rival político y aspirante a sucesor, Gordon Brown, le apoyó ayer con la boca pequeña en lo que parecía más una preocupación sobre sus prioridades en el calendario de la sucesión que una genuina y franca defensa del primer ministro.

La oposición conservadora, que ve en la debilidad de Blair una oportunidad de reafirmarse como alternativa, acusó al Gobierno de forzar a la policía a romper su neutralidad y embarcarse en una campaña directa en defensa de las propuestas antiterroristas de Blair. El jefe de los servicios antiterroristas se paseó el martes por los Comunes pidiendo a los diputados su voto a favor de la ampliación de la detención cautelar a 90 días.

El primer ministro británico, Tony Blair, ayer en Londres.
El primer ministro británico, Tony Blair, ayer en Londres.REUTERS

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