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Reportaje:ESCAPADAS | Callejón de las Abejas

Una soledad dulce como la miel

Un paseo por La Pedriza, recorriendo las zonas donde los apicultores de la zona tenían buena parte de sus colmenas

El callejón de las Abejas es un barranco breve, pero empinado cual cuesta de enero, que permite ganar las alturas orientales de La Pedriza Posterior rodeando por el norte los riscos del Cocodrilo, de las Nieves y de la Ventana; unos riscos que antaño eran llamados canchos del Colmenar y picos de la Miel, con una insistencia dulzona que da qué pensar. ¿Estarían aquí algunas de las 150 colmenas que, según el Catastro de Ensenada (1752), tenía en La Pedriza un tal Francisco Arroyo, vecino de Manzanares? Averígüelo Vargas.

Dulces no son, precisamente, los paredones que flanquean el callejón, sino de los más difíciles de escalar del macizo. Mítica es la ascensión que, en 1948, protagonizó Ignacio Lucas en la cara sombría del Cocodrilo, abriendo una vía que nadie fue capaz de repetir en una década. De hecho, pocas semanas después, dos vascos que pasaban por allí lo intentaron y, convencidos de estar siguiendo la vía Lucas, abrieron por error otra -la fisura Ortiz y Basadre, que así se apellidaban los konpais- todavía más peliaguda.

¿Estarían aquí algunas de las 150 colmenas que tenía un tal Francisco Arroyo?

Lo único que tiene de dulce el lugar, aparte de sus varios nombres, es la soledad. Los escaladores lo evitan, no ya por su dificultad, sino porque exige una aproximación a pie de dos horas. Los excursionistas prefieren el camino más suave y mejor señalizado que sube por la vertiente contraria del riscal, la soleada, a la vera del arroyo de la Ventana. Y como tampoco quedan apicultores, si es que alguna vez los hubo, los únicos seres de sangre caliente que hoy nos toparemos serán las cabras montesas, las cuales pululan en esta recóndita quebrada como las abejas en un jaral florido.

Saldremos en su busca del aparcamiento de Canto Cochino, cruzando el Manzanares para remontar el arroyo de la Majadilla por sendero señalizado con trazos de pintura blanca y roja. A los tres cuartos de hora, llegaremos a otro puente que no atravesaremos, sino que seguiremos hacia el norte rastreando una senda marcada en blanco y amarillo. Y así nos plantaremos, como a una hora del inicio, junto al arroyo de los Poyos, el cual vadearemos para continuar ascendiendo, ya sin señales, hacia el collado de la Ventana.

En 15 minutos, a contar desde el vado, se nos ofrecerá un primer desvío a la izquierda, hacia la zona de los Llanillos, que no deberemos tomar. Sí cogeremos, en cambio, el que se presenta 300 metros más adelante, en una cerrada curva a la derecha que describe la zigzagueante senda principal. Se trata de una trocha jalonada con hitos y borrosos trazos de pintura azul que cruza de inmediato el arroyo de la Ventana -seco durante buena parte del año-, surca a continuación un selvático robledillo y finalmente se cuela, repechando por una pina y abrupta torrentera, en el callejón de las Abejas.

Subiendo por el barranco, pronto descubriremos, a mano izquierda, una peña señera, erecta y cabezuda que recibe el poético y muy comedido nombre de la Aguja del Sultán. Justo enfrente veremos alzarse las paredes de cien metros de altura del Cocodrilo y de su riscosa corte, tan negras que no parecen de granito y tan ásperas que quienes las han escalado dicen que recuerdan a los Alpes. Mientras que volviendo atrás la mirada dominaremos el majestuoso circo de La Pedriza Posterior, sobre el que descuellan, en lontananza, La Maliciosa, La Bola del Mundo y Las Cabezas de Hierro.

Tras dos horas largas de marcha, si no perdemos los hitos, saldremos del callejón por el pequeño collado de la U -un bautismo asaz descriptivo, comparado con el de la Aguja del Sultán-, y desde allí, por terreno prácticamente llano, nos acercaremos en otros 20 minutos al mucho más amplio collado de la Ventana. Una vez en éste, sólo tendremos que bajar hacia la derecha para recuperar la senda zigzagueante que abandonamos a la subida y, ya por camino conocido, volver distraídamente al punto de partida -cuatro horas, en total-, rumiando el dulce recuerdo del callejón de las Abejas.

Cocina francesa y menús temáticos

- Cómo ir. La Pedriza se halla en el término de Manzanares El Real, a 55 kilómetros de Madrid yendo por la autovía de Colmenar (M-607), tomando la M-609 en el kilómetro 35 y luego la M-608 a mano izquierda. Para llegar al aparcamiento de Canto Cochino, se debe salir de Manzanares hacia Cerceda (M-608) y coger el primer desvío a la derecha. Hay autobuses hasta Manzanares de la empresa Herederos de J. Comenarejo (teléfono 913 59 81 09).

- Datos de la ruta. Duración: cuatro horas. Longitud: 11 kilómetros. Desnivel: 760 metros. Dificultad: media. Camino: itinerario circular por sendas y trochas señalizadas con hitos y diversas marcas de pintura, según se indica en el texto. Cartografía: mapa La Pedriza del Manzanares, a escala 1:15.000, de La Tienda Verde.

- Comer. La Fundición (teléfono 918 52 70 79): patés de elaboración propia, fondues y raclettes; precio medio, 20 euros. Parra (teléfono 918 53 95 77): carnes del Guadarrama y asados; 30 euros. Rincón del Alba (teléfono 918 53 91 11): mariscos y pescados a la plancha -lubinas salvajes, lenguados de estero, corvinas, pargos...-; 35 euros.

- Dormir. La Escala (teléfono 600 45 07 41): coqueta casa rural inaugurada en 2004, con cuatro habitaciones, salón con chimenea y vistas al macizo; doble, 60-75 euros. Hotel Rural La Pedriza (teléfono 918 52 89 00): emplazado junto al parque natural, ofrece ocho habitaciones dobles y tres suites con hidromasaje y terraza; además, en su restaurante se sirven sabrosas carnes a la brasa y, a petición, menús temáticos (avestruz, internacional y romántico); 51-85 euros. Parque Real (teléfono 918 53 99 12): hotel céntrico, para público de gustos clásicos; 61 euros.

- Más información. En el Centro de Educación Ambiental del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (teléfono 918 53 99 78), que está situado junto al control de acceso de La Pedriza.

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