Zarrías en el país de las maravillas

Tras leer las declaraciones del consejero de la Presidencia de la Junta de Andalucía, efectuadas a los medios de comunicación el día 16, referidas al líder en esta Comunidad del primer partido de la oposición, Javier Arenas, no se sabe qué pensar, si es que el señor Zarrías pretende tomarnos por tontos a los andaluces, o está hablando de otra Comunidad.

A estas alturas, Zarrías trata de decirnos que Arenas, da igual que fuese otro, es poco menos que el enemigo público número uno de los andaluces, responsable supongo, por tanto, de que el PSOE recibiera en el año 1982 un país con 1.500.000 de desempleados, y lo entregara con más de 3.000.000, de que la Administración pública andaluza convocara una oferta pública de empleo y, que una vez impugnada por el sindicato CSI-CSIF, y admitida a trámite la impugnación, ésta se quedara para si, no devolviendo a los aspirantes, desempleados en su mayoría, la tasa cobrada por los derechos de unos exámenes que no se celebraron, de que aquellos aspirantes a la función pública andaluza en ofertas anteriores, que aprobaron el primer ejercicio, fueran incluidos en una lista de espera para sustituciones, de la que nunca se supo más, o de que como consecuencia de su política de exclusión, enchufe y negación de sus derechos fundamentales a andaluces de pleno derecho, para favorecer a militantes y simpatizantes del PSOE, mientras que algunas de las instituciones, pagadas con el dinero de todos los ciudadanos, que tienen el mandato constitucional de velar por sus garantías, miran hacia otro lado, de lo que es un buen y reciente ejemplo, la selección por parte de la Dirección Provincial del Servicio Andaluz de Empleo en Córdoba del personal administrativo de algún taller de empleo, la Administración pública andaluza, se haya convertido en una fábrica de emigrantes e indigentes, que se ven obligados a abandonar Andalucía, hacía otras Comunidades en las que son tratados con dignidad, según confiesan los propios emigrados.