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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Precursor, a pesar de todo

Dos datos enmarcan la corta vida del madrileño Andrés Carranque de Ríos (1902-1936), su baja extracción social (hijo primogénito del portero del matadero de Madrid, de los siete sobrevivientes de catorce que tuvo con su esposa, una costurera) y su extraordinaria apostura física, que le abrió muchas de las puertas a las que llamó, pues hasta llegó a posar como modelo para estudiantes de Bellas Artes y a ser extra y actor secundario en películas del cine mudo. No cursó estudios, trabajó como vendedor de periódicos, albañil, carpintero, ebanista, marino, viajero por Francia (en tres ocasiones), fue anarquista "resabiado" -según dice aquí su buena introductora, Blanca Bravo-, "moreno y desgarbado, con bigote repeinado a lo Errol Flynn, decidido a convertirse en un gran escritor", pero que no tuvo tiempo apenas de conseguirlo, pues murió de cáncer de estómago a los 34 años, tras publicar un mes antes su tercera y mejor novela, Cinematógrafo, frecuentemente reeditada después -en la posguerra por Joaquín de Entrambasaguas, opuesto a su ideología y hasta por Viamonte con prólogo de Antonio Muñoz Molina, descubridor de mediterráneos. Su primer recuperador en los setenta fue José Luis Fortea, quien publicó su tesis en Gredos sobre la vida y obra de nuestro autor (1973), prologó una selección de cuentos (1970), una primera reedición de La vida difícil (1975) y hasta la edición de una Obra completa en un grueso volumen (Ediciones del Imán, 1998) benemérita iniciativa de José Luis Borau, que todavía creo latente (y existente), pese a la desatención del mercado hacia los productos más legítimos de nuestro pasado.

LA VIDA DIFÍCIL

Andrés Carranque de Ríos

Edición de Blanca Bravo

Cátedra. Madrid, 2005

350 páginas. 12 euros

Carranque podría ser llamado legítimamente como "el novelista de la II República", pues su carrera como narrador largo se desarrolló durante los tres años y pico de ella: tras algunos poemas (un libro y pico), cuentos cortos (nueve), artículos (siete), dos novelas cortas, y una colaboración en una novela colectiva (Tensor, la revista que lanzó Sender), inspirado casi todo ello en su rabiosa ideología anarquista y en episodios de su vida, que destacó por su carácter disperso y aventurero. Menos mal que entre 1934 y 1936 tuvo tiempo de publicar las tres "novelas grandes" que forman el grueso de su producción: Uno, prologada por Pío Baroja, La vida difícil y Cinematógrafo.

Don Pío Baroja fue "empujado" a escribir el prólogo por un verdadero "atraco", de su futuro protegido, a quien había conocido durante el rodaje de Zalacaín el aventurero. El carácter seductor, impulsivo y provocador del mismo le empujó a presentarse en el domicilio del novelista, llevando en la mano el manuscrito de Uno, publicada por Espasa Calpe, en 1934 y nunca reeditada como libro exento después, pese al aval reticente del gran novelista, que hizo de él un retrato convincente, "por su garbo, alto, quijotesco y moreno", que entraba "con prestancia" en la literatura, aunque más atraído por el personaje, por su vida viajera y errabunda, que por su obra, en la que había sin embargo una gran huella "barojiana". El nuevo escritor se aprovechó, no renegó nunca de dicha huella, y hasta dejó que lo considerasen su discípulo -que en el fondo lo era por su escritura inconexa, provocativa, desorganizada y veraz- pues el prestigio de Baroja era muy grande.

Toda la obra de Carranque,

que llevaba ya unos diez años publicando cuentos y poemas, de tendencia realista y anarquista, es autobiográfica, y siguió las tendencias de la incipiente novela realista -Sender, que fue el gran triunfador final, Arconada, Díaz Fernández, Arderíus (mucho más barroco), se añadió al magisterio de Baroja, su gran "lanzador" inicial-. Uno es una primera novela existencialista, La vida difícil amplía sus experiencias y se hace más cosmopolita, mientras que la más centrada y mejor, Cinematógrafo, se apoya en los ámbitos cinematográficos, que tan bien -y hasta en lo más sórdido y picaresco- llegó a conocer. Nunca se casó, aunque tuvo amores entre actrices, compañeras, y estaba considerado como "un hombre cargado de mujeres", entre ellas, una protectora final que lo recogió en su casa a la hora de su muerte final. También contó con otra protectora, Concha Lagos, la esposa del fotógrafo Mario Lagos, que en la posguerra fundó la revista Ágora y Los Cuadernos de Ágora, desde donde protegió a jóvenes escritores, y de quien conservamos algunos restos de cartas cruzadas entre el matrimonio y Carranque. La vida difícil, en conclusión, recorre varios momentos de la vida de Carranque, en Francia (París, Saint-Nazaire y Burdeos) y España, infructuosos y caóticos, pero es una novela desordenada y más amplia que la anterior, mucho más centrada en su personaje, hasta en su estructura, pues mezcla argumentos, escenas -tiene hasta un folletín dentro, con un final feliz- y resulta menos sencilla que las otras dos. Recoge, con fuerza expresiva inimitable, la incipiente novela realista de la preguerra, pero termina mal, como todos sus libros -su protagonista, un idealista testigo de la pobreza es asesinado por unos soldados alemanes mucho antes de la guerra- pues no hay sitio para el ideal en su existencia, como no lo hubo en su vida. Las víctimas de la Guerra Civil no le reivindicaron o no pudieron, y el testimonio de algunos vencedores -García Serrano, Arroita-Jáuregui, Cela y finalmente Entrambasaguas- no fue suficiente. Como quizá no lo sea ahora, cuando aquel precursor honrado y potente lucha por ser considerado como tal, pese a un comercio y una cultura desmadrados. Pero aquí está su testimonio para la historia, que nunca lo negará, pues no podremos hacerlo sin negarnos a nosotros mismos.

Andrés Carranque de Ríos, en 1934.
Andrés Carranque de Ríos, en 1934.

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