El Consell reconoce que ha gastado más de 760 millones en la Ciudad de las Artes y las Ciencias

Más de 126.000 millones de las antiguas pesetas. El consejero de Economía, Gerardo Camps, manifestó ayer en las Cortes Valencianas que la Generalitat se había gastado hasta finales del año pasado un total de 760 millones de euros en la construcción de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, diseñada en su mayor parte por el arquitecto Santiago Calatrava. La cifra no incluye ni los animales de L'Oceanogràfic, ni el mobiliario de los edificios.

Para el responsable de las finanzas de la Generalitat, Gerardo Camps, esta cantidad millonaria se corresponde "con la envergadura y complejidad de un proyecto de naturaleza inigualable". El consejero de Economía indicó que la inversión a fecha de 31 de diciembre de 2004, la inversión en el complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias había ascendido a 594.438.220 euros, cantidad en la que no estaba incluida ni el utillaje, ni el mobiliario, los semovientes, ni el beneficio industrial (que representa un 16%), ni la dirección de obra (que supone un 12% adicional más). En total, la cifra supera los 760 millones.

Camps compareció en la comisión de Economía para explicar los costes de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y defendió todos los modificados hechos en el elefantiásico proyecto por la genialidad del arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava, que ha llevado la dirección de las obras. "Quien ha tomado las decisiones ha sido Santiago Calatrava, que ha llevado la dirección técnica de las obras", dijo Camps, que añadió: "Nosotros dejamos que los técnicos, que el señor Calatrava, haya sido el que ha dirigido hasta el final su proyecto".La oposición socialista, a través de sus portavoces José Camarasa y Cristina Moreno, se quejó ante Camps de que los miembros del Consell "incumplen sistemáticamente la obligación de entregar la documentación". Tanto que Moreno presentó ayer un recurso de amparo a la Mesa de las Cortes para que le sean entregados 15 documentos solicitados a la Consejería de Economía.

Los portavoces socialistas mostraron su respeto hacia el consejero de Economía, pero quisieron emplearse a fondo para intentar demostrar dos cosas: el doble rasero con el que mide el PP su gestión y la de los socialistas (a cuenta de la Ciudad de las Artes y las Ciencias) y el descontrol financiero heredado por Gerardo Camps de sus antecesores populares.

Así, Camarasa recordó al consejero de Economía que el ex vicepresidente del Consell José Luis Olivas (ahora presidente de Bancaja) calificó en 1995 y 1996 de "derroche el proyecto socialista" de la Ciudad de las Ciencias porque estaba presupuestado en 210 millones de euros (35.000 millones de pesetas de entonces). Por su parte, el portavoz de EU, Joan Antoni Oltra, recriminó a Camps que los grandes proyectos del PP sean los responsables de la quiebra técnica de la Generalitat.

Camps lamentó que el PSPV se retrotrayese a los años 1996 y 1997, indicó que Olivas ya se había explicado en su día y liquidó el debate por la vía rápida: "Yo estoy orgulloso del proyecto socialista de la Ciudad de las Ciencias, pero tenía cosas mejorables y las hemos mejorado". Luego añadió: "Con Esquerra Unida el debate es sencillo porque ellos no lo hubiesen hecho".

Tras la interpelación sobre los costes de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el PSPV interrogó a Camps por la contratación en 1997 de una responsable de publicidad y relaciones públicas, contratada por 15 millones anuales de las antiguas pesetas, que contrató un informe a su propia empresa por otros 8,2 millones de pesetas.

Un asunto del que Gerardo Camps reconoció tener sólo el apunte contable, pero no el informe que generó el pago de los 8,2 millones de pesetas.

Con la cuestión tasada a falta de otros elementos, el debate entre el consejero de Economía y los portavoces de la oposición, Camarasa y Oltra, derivó en un debate sobre la corrupción. "Lo que no voy a hacer es ir a un debate sobre trabajos cobrados y no realizados porque ahí ganarían ustedes", le dijo Camps a Camarasa. El socialista segregó saliva para lubricar los colmillos y espetó: "Le he notado especial interés en que dijera el nombre de Cartagena". Y a partir de ahí volaron cuchillos.