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Florida decreta el toque de queda indefinido

Dos días después del paso de Wilma, el sur de Florida está semiparalizado y con toque de queda indefinido. Aunque los daños del huracán fueron inferiores a los previstos, se ha puesto en evidencia la fragilidad de los servicios públicos, sistemas de comunicación y la capacidad de reacción de las ayudas en el Estado gobernado por Jeb Bush, hermano del presidente.

A los seis muertos y a los daños de 1.700 millones de euros, se suma la falta de energía eléctrica en el 98% de la zona (más de seis millones de personas), el apagón de las líneas telefónicas, la ausencia de semáforos y el cierre de aeropuertos y puertos marítimos durante varias horas y la inactividad del distrito financiero.

La lluvia de árboles, ramas y semáforos que parece haber pasado por el sur de Florida el lunes por la mañana, con el nombre de Wilma, está intacta. El gobernador Bush insistió ayer en que las diferentes agencias están coordinadas. Ayer por la tarde estaba previsto empezar a repartir las provisiones de los 150 camiones enviados por FEMA, la Agencia Federal para Emergencias, que en esta ocasión sí ayudaría a los damnificados que hayan perdido sus viviendas. "Tardaremos meses en recoger todos los escombros", ha advertido el alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Álvarez.

Las inundaciones en muchos barrios están recibiendo una ayuda lenta. A los seis millones de personas que seguían ayer sin luz se suman el desabastecimiento de agua en varias zonas, la casi inexistencia de transporte público y la inactividad en el distrito financiero de Miami, como consecuencia del huracán. El turismo, clave en esta región, se ha visto afectado considerablemente.

La oscuridad casi absoluta a la que se enfrenta por las noches la región ha obligado a la declaración del toque de queda desde las siete de la noche a las seis de la mañana. Entre otras razones, Álvarez ha argumentado la seguridad para evitar saqueos, accidentes de tráfico y, sobre todo, tragedias por los tendidos eléctricos que aún permanecen en el suelo, entre las aguas estancadas o árboles y ramas. Paciencia y más paciencia es lo que piden las autoridades y la empresa FPL, encargada del suministro eléctrico.

Pero los floridanos ya empiezan a quejarse por la extrema lentitud con que se ha reaccionado y porque cuando pasó el Katrina hace dos meses la compañía FPL subió las tarifas porque necesitaba prepararse mejor para las próximas tormentas. Aunque ya ha advertido que tardará varios días e incluso semanas la normalidad del servicio.

La incomunicación telefónica en el sur de la península, que afecta a la mayoría de los usuarios de teléfonos fijos y móviles, poco favor hace a la paciencia pedida. El único consuelo para los floridanos es el frente frío que bajó desde el lunes por la tarde y la distribución de agua, hielo y alimentos preparada por el FEMA, que apenas empezó ayer por la tarde en algunos sectores.

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