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GUIÑOS
Columna
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Peculiar fotógrafo

La tienda, bazar y también galería de arte Basandere, en la calle Iparraguirre de Bilbao, próxima al Guggenheim, enseña estos días una exposición de Pedro Zarrabeitia ( Bilbao, 1939). Se titula Distancias. Es una colección de fotografías en color donde el autor mantiene las claves de un estilo muy personal. Un estilo que nos llega al menos desde su exposición en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1980, no lo olvidemos, la primera de un fotógrafo en esta institución.

Un estilo donde se vislumbra la búsqueda de una fotografía con matices autóctonos, de raíces vascas, inspirada en la historia local, en las leyendas populares o en las peculiaridades lingüísticas. Propuestas blandidas por el inolvidable Sigfrido Koch, su primo Alberto Schommer o, entre otros, los hermanos Eguiguren de Zumaya con sus melosas escenas vascas destinadas a las páginas de algunos calendarios. Influencias, incluso, concatenadas a la Escuela Vasca de Arte Contemporáneo impulsada por el temperamental Jorge Oteiza desde mediada la década de los años sesenta.

En esta ocasión Zarrabeitia, mantiene los aspectos formales de su estilo, poco importa que la herramienta empleada para ello sea digital o fotoquímica. En su manera de hacer perduran las composiciones delicadas, marcadas por un cromatismo de aire romántico, incluso melancólico. La acción simultanea de sus emociones, pensamiento, y mirada combina en esta ocasión matices de su tierra y también de geografías más lejanas. Da predominio a paisajes naturales y urbanos. Rehuye de las panorámicas y se centra en tomas más cerradas, incluso en los detalles, especialmente cuando se trata de espacios urbanos. Una formula por la que sus imágenes, sin perder poder narrativo, consiguen un alto grado de expresión, e incluso cierto carácter dramático.

Así indicado, de su tierra encontramos un imponente caserío vasco en la curva de Barrika, una curiosa caseta de baño en la playa de Lekeitio, o el rascacielos de la calle Bailen, crecido junto a la ría bilbaína. De Cuenca enseña casas y aleros, en el mirador de Cangas de Onis capta su majestuosidad, en Lanzarote encuentra la sugerencia de sus rincones. Ya en territorios más lejanos capta las luces de Capadocia, hace gritar a los paisajes de Bretaña o de Las Landas francesas y nos lleva la mirada hasta las brillantes cúpulas de Praga. Si se trata del norte de África nos regala con la Kutubiya de Marrakech o una esquina de Assuan con unos cestos apilados. Ambientes envueltos por un ligero velo de sensualidad y ternura que el autor debe guardar en el cofre de sus recuerdos. Todo para saborear la sensible mirada de un peculiar fotógrafo.

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