Bella evocación de la transición
Vida y color, la esperada ópera prima de un hombre largo tiempo vinculado al cine español, Santiago Tabernero, constituyó ayer la propuesta más sólida de la selección oficial a concurso y no dejó indiferente a nadie. A unos, sus defensores, entre los que se cuenta este cronista, porque la película supone una más que interesante inmersión en un periodo de nuestra historia, los años de la transición, que el cine español ha recreado en pocas ocasiones en los últimos tiempos. A otros, sus detractores, tal vez les haya molestado tanto su tono en ocasiones demasiado didáctico como su posicionamiento político, sin duda alguna inclinado hacia la izquierda.
Vida y color presenta la vida de un adolescente, Fede (el debutante Junio Valverde), su despertar al mundo en una ciudad cualquiera de la España que espera que se resuelva la enfermedad terminal del llamado Caudillo. Franco agoniza y Fede descubre que el mundo oculta muchos secretos... y que, en él, su actitud cerrada y su escasa propensión a mezclarse con los chicos de su edad tienen pocas posibilidades de supervivencia.
Con una mirada sensible a los pequeños gestos y una cámara que se mueve con inusual soltura, Tabernero va mostrando la vida cotidiana de un universo cerrado que se parece mucho a la España de entonces. Lo tiene difícil con vistas a un palmarés por el que compiten auténticos pesos pesados, pero es mucho mejor que buena parte de las películas españolas vistas, por ejemplo, en el pasado festival de San Sebastián.
