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Crónica:CRÓNICA EN VERDE
Crónica
Texto informativo con interpretación

La salud incierta

Enfermedades exóticas o erradicadas se hacen presentes por las perturbaciones ambientales

En julio de 2004 dos ciudadanos irlandeses, que se habían dedicado al turismo ornitológico en humedales del Algarve portugués, se vieron infectados por el virus del Nilo Occidental, patógeno que se transmite por la picadura de ciertos mosquitos y que está presente en algunas aves migratorias que llegan a Europa procedentes de África. Se trataba de los primeros contagios documentados en la península Ibérica en los últimos 30 años, lo que motivó una alerta del Centro Nacional de Epidemiología y un incremento en el control de las aves silvestres presentes en la comarca de Doñana y en las Marismas del Odiel.

El virus, que puede dar lugar a meningitis y meningoencefalitis de notable gravedad, hace tiempo que escapó de las zonas africanas donde es endémico, causando brotes de importancia en lugares tan remotos como Nueva York, ciudad a la que llegó en 1999 y desde la que, en tan sólo cinco años, fue capaz de extenderse a otros 44 estados de Norteamérica, además de seis provincias canadienses.

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El sur de España, por el que discurren las rutas migratorias que usan las aves que van y vienen a África, es, en el caso de este virus, una zona de alto riesgo, como aseguran Rogelio López-Vélez , especialista de la Unidad de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y Ricardo Molina, especialista de la Unidad de Entomología Médica del Instituto de Salud Carlos III. Y no se trata de un riesgo potencial sino que ya se tienen evidencias de la llegada del patógeno a tierras andaluzas, puesto que estudios realizados entre 1960 y 1980, detallan estos expertos, "demostraron la presencia de anticuerpos en la sangre de los habitantes de Valencia, Galicia, Doñana y delta del Ebro, lo que significa que el virus circuló en nuestro país por entonces".

Cambio climático

Algunas de las alteraciones ligadas al cambio climático, como un cierto aumento de la temperatura media, aumentarían el riesgo de transmisión de esta enfermedad, circunstancia que afecta a otras muchas patologías, exóticas o ya erradicadas en territorio español, como ponen de manifiesto en sus trabajos de investigación los doctores López-Vélez y Molina. De forma simplificada, pequeñas variaciones de la temperatura podrían ser beneficiosas para los mosquitos que actúan como vectores de este tipo de enfermedades.

El dengue, por ejemplo, que provoca fiebres hemorrágicas y que también es causado por un virus que se transmite por la picadura de mosquitos, se asocia a determinadas áreas de Asia y América, pero, sin embargo, determinadas epidemias, como las que se desataron en Sevilla y Cádiz a finales del siglo XVIII, es muy posible que correspondieran a esta enfermedad (que volvió a aparecer en Cádiz en el siglo XIX).

Los mosquitos implicados en la transmisión del dengue se consideraban erradicados de España hace décadas, pero una de las especies (Aedes albopictus, procedente del sureste asiático y el subcontinente indio) ha aparecido ya en una localidad de Cataluña y se teme que pueda extenderse a otras zonas donde el clima es favorable para su desarrollo. "El riesgo parece evidente", señalan López-Vélez y Molina, "sobre todo en zonas favorables como son Galicia, toda la cornisa del Cantábrico, región subpirenaica, Cataluña, delta del Ebro, cuenca del Tajo, cuenca del Guadalquivir y desembocadura del Guadalquivir".

En algunos casos, el aumento de las temperaturas medias podría limitar la propagación de algunas dolencias, como la enfermedad de Lyme, presente en algunos puntos de la península Ibérica donde se puede contraer a partir de la picadura de un determinado tipo de garrapata (Ixodes ricinus). Esta especie, en concreto, es muy sensible a un cierto calentamiento del clima, por lo que es muy posible que terminara desapareciendo o quedara aislada en enclaves muy concretos.

En definitiva, aún no se ha podido demostrar, de forma fehaciente, que el leve cambio climático experimentado en las últimas décadas haya aumentado el riesgo global de transmisión de estas y otras enfermedades, "pero sí que hay suficientes evidencias científicas para sospecharlo". "Las predicciones matemáticas realizadas", concluyen ambos especialistas, "auguran un aumento del riesgo siempre y cuando el cambio climático continúe produciéndose, algo que para casi todos parece evidente".

El viaje más rápido

Los especialistas de la OMS que estudian el problema de la gripe aviar consideran que si el temido virus consigue finalmente mutar y adquiere la capacidad de transmitirse de persona a persona, el escenario más peligroso, en la más que probable pandemia estarían implicados los modernos sistemas de transporte. Es decir, el virus no llegaría a destinos alejados del sureste asiático por medio de las aves migratorias sino que, muy posiblemente, alcanzaría enclaves remotos, como Europa, por medio de personas infectadas que tomaran, por ejemplo, un avión.

La capacidad de trasladar personas o mercancías a grandes distancias y en poco tiempo es uno de los factores de riesgo asociados a la propagación de ciertas enfermedades. De hecho, en las conclusiones de los trabajos de investigación que han llevado a cabo López-Vélez y Molina, se advierte de esta circunstancia y se recomienda una estricta aplicación de "las regulaciones de inspección, certificación y cuarentena de los productos comerciales, procedentes de zonas endémicas, que puedan transportar vectores de ciertas enfermedades, como ocurre con las ruedas usadas o el bambú de la suerte", elementos en los que pueden encontrarse mosquitos susceptibles de transmitir ciertos patógenos exóticos.

El asunto se complica cuando se trata de barcos, no ya por la carga o el pasaje que trasladan, sino por el agua de lastre que almacenan en sus depósitos para regular la flotabilidad, agua que se toma en un punto del planeta para liberarla en otro que puede encontrarse a miles de kilómetros.

En el estuario del Guadalquivir ya se han identificado especies exóticas que, muy posiblemente, se hayan introducido mediante este procedimiento, como una variedad de anémona que no es propia de estas latitudes, un piojo acuático procedente de Australia y el denominado cangrejo chino que, además de alterar los ecosistemas en los que se aloja, puede hospedar un parásito pulmonar que da origen, en humanos, a la enfermedad conocida como paragonimiasis.

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