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VIAJE DE CERCANÍAS
Columna
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Segunda carta a Nicole

Vuelvo a escribirte, Nicole, para ponerte al tanto de las barbaridades que se cometen a lo largo de nuestro litoral, y sólo porque me lo pides en tu carta que recibí anteayer. Me disgusta tener que hacerlo.

Para empezar, te diré que desde que Fernando Alonso ganó el campeonato mundial de Fórmula Uno, los conductores parecen más fascinados que antes por la velocidad. Dicen que esto es lógico. Pero lo que ya no lo es tanto es que nuestra simiesca pasión por un deporte de riesgo produzca un alza en la cifra de muertos y heridos en las carreteras. Y si te digo esto es para que no vengas en coche a España, sino en tren o en avión. Si no me haces caso, que alguien te preste una ambulancia. Será mucho más práctico y seguro.

En este valle las montañas parecen volcanes en erupción que vomitan su lava de apartamentos
Quienes se llenen los bolsillos desaparecerán a toda prisa para reaparecer kilómetros mas allá

Greenpeace sacó el informe sobre la situación del litoral español. Ya lo leerás aquí. Fue publicado en julio. Se titula Destrucción a toda costa. Pero los alcaldes no lo han aireado. Esto es grave.

Se diría que como aquí no sufrimos grandes desastres naturales, tales como terremotos, huracanes o devastadoras inundaciones, encomendamos unos males parecidos a los alcaldes y agentes urbanizadores que, juntos o por separado, tratan de emular a la naturaleza. Algunos lo consiguen. Y, en consecuencia, por allá por donde pasan ocasionan numerosas víctimas.

Algunas de estas víctimas reclaman ayuda psicológica. Que yo sepa, hay un doctor británico, David Brock, que presta esa ayuda desinteresadamente luego de haber estudiado los terribles efectos del estrés: abatimiento, depresión, insomnio, alcoholismo, inseguridad, confusión mental, y otros parecidos. La tristemente célebre LRAU, es decir, esa ley aprobada por los socialistas y no reprobada por los que les siguieron, está causando estragos entre residentes extranjeros, en su mayoría de avanzada edad. El doctor Brock conoce el dolor que ocasiona la pérdida de una propiedad, sabe que las fobias son un efecto de la inseguridad jurídica en la que viven muchos jubilados que vinieron a vivir aquí confiados en que este país era un país respetuoso con la ley y, sobre todo, con el espíritu no viciado de esa ley. Ahora se sienten estafados. Y en realidad lo están. Ingleses, alemanes, holandeses, franceses y otros nacionales extranjeros no saben qué hacer, aparte de preparar sus maletas y largarse. No es justo. ¿Y nosotros, los españoles?, me preguntarás. Nosotros, Nicole, festejamos este año el Quijote, patrón de todas nuestras locuras. Con eso ya está todo dicho.

He visitado la macro-urbanización que cubre de hormigón todo un monte en Gata de Gorgos. Se ve desde la autopista, y produce horror. ¿Recuerdas el pueblo de las cestas de mimbre que venden en la carretera? Pues al lado han construido 500 semiadosados y otros edificios incomprensibles de un proyecto que sobrepasará las tres mil viviendas. Hablan, cómo no, de un golf, aunque se tenga que regar con aguas fecales. En el pueblo bautizaron este lugar como Villa Horrible. Pocos creen que semejante desarrollo urbanístico vaya a reportar riqueza a los vecinos de Gata. Al contrario. Quienes se llenen los bolsillos desaparecerán a toda prisa para reaparecer kilómetros mas allá y cometer otras fechorías parecidas. Y no es que regalen las casas. Sus precios rondan los 400.000 euros, sin arbolado y sin garaje. Pero los promotores están satisfechos. De los primeros 500 nichos sólo quedan por vender setenta. Las máquinas no paran.

Ya te dije en mi carta anterior que la Comunidad Valenciana, como señala el informe de Greenpeace, pierde turistas cada año, y sólo consigue atraer al 9,1% del turismo de toda España. Sin embargo, nadie habla de eso. ¿Para qué? Greenpeace advierte de que este "asalto de promotoras y constructoras al sector turístico está arruinando las expectativas de futuro del sector".

Pero yo me pregunto a quién le importa el futuro cuando a lo sumo se piensa en los plazos del vencimiento de unas letras. A nadie. Pues aunque luego los campos de golf se sequen, o estén vacíos, las urbanizaciones se llenarán. "Recientemente el consejero de Territorio ha animado a los promotores a seguir construyendo más instalaciones de golf que, según ha anunciado Blasco, serán subvencionadas por fondos europeos mediante el programa Life Naturaleza 2000-2006 hasta en un 50 por ciento", leo en el mismo informe de Greenpeace.

Por lo demás, no pasa un solo día sin un nuevo escándalo, tan inesperado como intolerable. Por algo una Comisión Europea investiga la falta de transparencia y la arbitrariedad de la legislación urbanística en esta región costera. Greenpeace recuerda que aquí se ofrece "un espectáculo bochornoso que muestra los grandes intereses especulativos que priman en el litoral de la Comunidad Valenciana, donde parece que la urbanización pudiera determinar hasta la composición política de los Ayuntamientos".

No cargo las tintas, Nicole. Me conoces bien desde hace muchos años. No soy catastrofista. Pero tengo ojos. Y además no lo digo yo. Lo dice un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia cuando señala que las playas valencianas perdieron más de dos millones de metros cúbicos de arena debido a la construcción de barreras que dificultan la llegada del sedimento. Ya son cualquier cosa menos playas.

El informe de Greenpeace afirma que "la tendencia general observada en la costa es la de desclasificar suelo agrícola para llenarlo de cemento y trasladar la presión urbanística hacia el interior, una vez agotada la primera línea de playa".

Y esto no es ninguna novedad. Esto avanza y ya no lo para nadie. Si un día vamos juntos a Llíber, uno de los pueblos más hermosos de la Marina, verás que su famoso valle cubierto de viñedos será muy pronto atravesado por una gran carretera sembrada de rotondas y, tal vez, de algún monumento al vendimiador. En torno a este valle, y a Xaló, y a Alcalalí, las montañas parecen volcanes en erupción. Vomitan su imparable lava de apartamentos.

www.ignaciocarrion.com

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