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AL VOLANTE
Columna
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Ágil como un turismo

El Mazda 5 destaca por su comportamiento y agilidad, similares a los de un turismo, y tiene un puesto de conducción bien resuelto, aunque algo justo para las tallas más grandes: su altura y visibilidad hacen sentirse cómodo y seguro.

Grande y manejable

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Un monovolumen muy práctico para familias

El nuevo Mazda 5 es uno de los monovolúmenes medios más grandes, pero gracias a su aerodinámica y a una altura comedida no es tan voluminoso como otros rivales. Este diseño, combinado con un chasis rígido y unas buenas suspensiones, aporta una estabilidad y calidad de conducción notables. Se maneja sin esfuerzo, tiene una dirección precisa y balancea poco en las curvas. Y lo mejor es que su estabilidad no sacrifica el confort: las suspensiones son enérgicas, pero filtran los baches.

Estas virtudes permiten viajar con aplomo en trazados rápidos y circular a buen ritmo en carreteras sinuosas con una agilidad más propia de un turismo. Además, los frenos y el control de estabilidad de serie funcionan bien, y, junto a las llantas de 17 pulgadas (acabado Sportive), refuerzan la sensación de seguridad del conductor.

Un buen motor de gasolina

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El motor 2.0 de gasolina es una buena alternativa si no se recorren muchos kilómetros. Tiene un tacto suave en ciudad y es elástico, porque responde desde 1.000 revoluciones, sube de forma lineal hasta las 4.000 y empuja con carácter hasta las 6.500 vueltas. Lleva un cambio manual de cinco marchas bien escalonado y el conjunto permite circular con nervio en ciudad, viajar con desahogo en carretera y afrontar las subidas sin perder el ritmo, salvo si se va muy cargado. Al adelantar exige elegir bien la marcha para acelerar con rapidez, pero llanea bien y sólo se echa de menos una mejor insonorización: deja oír algunos rumores mecánicos y aerodinámicos.

Los consumos son ajustados para su tamaño: gasta menos de nueve litros en conducción suave y no pasa de 11 en ciudad y cuando se estiran las marchas.

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