Pakistán suma 38.000 muertos por el seísmo y aún sigue contando
Naciones Unidas estima que se necesitarán de cinco a diez años para reconstruir la zona
El presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, elevó ayer hasta 38.000 la cifra de muertos en el terremoto del pasado sábado. "Creo que la cifra continuará creciendo cuando consigamos entrar en los valles", aseguró el jefe de Estado en declaraciones a la prensa local. Añadió que su país necesita ahora medios para proteger a unos dos millones de supervivientes antes de la llegada del duro invierno a la región del Himalaya.
La sanidad paquistaní, con un bajo nivel de asistencia, se encuentra al borde del colapso. El terremoto ha destruido la escasa infraestructura sanitaria que existía en el noreste y el traslado de miles de heridos a Islamabad y Rawalpindi ha desbordado los hospitales del norte del país. Pacientes recién operados son trasladados a tiendas de campaña sin las más mínimas condiciones higiénicas, junto a sus familiares y personas huidas de la zona afectada por la catástrofe.
Varias ONG internacionales, como Médicos Sin Fronteras, y unidades militares sanitarias de diversos Gobiernos han instalado ya hospitales móviles, que incluyen quirófanos, en las principales ciudades y pueblos afectados, para frenar el desbordamiento que padecen los de Islamabad y Rawalpindi. Éstos, a su vez, han comenzado a recibir medicinas y equipamiento técnico supletorio para hacer frente a la avalancha de operaciones que realizan desde que, a principios de esta semana, comenzaron a llegar los heridos.
Nadish Liaquat, una niña de 10 años y grandes ojos claros fue evacuada desde Bag -un pueblo cercano a la frontera con India-, con las dos piernas y el brazo derecho rotos, además de daños en la espalda.
"La situación de los hospitales es más que dramática y su personal está totalmente exhausto", señala Shahida Kazmi, de 29 años y cooperante de la ONG española Plan, que ha visitado los siete centros hospitalarios para establecer cuales son las necesidades más perentorias.
La ONU, mientras tanto, a través de su máximo representante para la operación de rescate, Jan Egeland, hizo un llamamiento al Gobierno y a todas las ONG llegadas a Pakistán para "coordinar los esfuerzos" de forma efectiva, de manera que se pueda poner en marcha lo antes posible un plan de rehabilitación y reconstrucción de la zona devastada, una de las más pobres del país.
El terremoto afectó prácticamente a toda la Cachemira paquistaní y los distritos de Manshera y Balakot, de la provincia Frontera del Noroeste. El 60% de los más de tres millones de habitantes de esta área vive por debajo del nivel de la pobreza, es decir, con menos de un euro al día por persona.
"Pakistán no tiene ni medios, ni recursos, ni personal preparado para hacer frente a semejante tragedia. La ONU debería de ser la que controlase y coordinase la reconstrucción durante los años que requiera", asegura el delegado en Islamabad de Dawn, el diario más prestigioso del país, con sede en la sureña ciudad de Karachi.
Egeland, que pidió a la comunidad internacional "más generosidad" -hasta ahora sólo se han comprometido 272 millones de dólares (cerca de 230 millones de euros), de los que se han entregado ya 50 millones-, señaló que se necesitarán entre cinco y diez años para la reconstrucción. El Gobierno indicó que el costó superar los 5.000 millones de dólares.
"Lo más importante es que se restablezcan cuanto antes los medios de sustento de la población y no se la hunda en la dependencia de la caridad internacional", señala el consejero gubernamental, Zia ur Rehman.
El terreno montañoso y el bloqueo de carreteras y caminos hacen difícil la reconstrucción. De momento, todos los esfuerzos están puestos en hacer llegar a las víctimas comida, medicinas tiendas, mantas y ropa de abrigo para evitar que la lluvia se alíe con el frío y haga estragos entre las debilitadas víctimas.

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