El hijo del Concorde

Japón quiere demostrar que su tecnología está al más alto nivel, y para ello, sus ingenieros han asumido el reto de crear un heredero para el mítico avión supersónico Concorde. La primera prueba con éxito la hicieron el lunes en el desierto del sur de Australia. Un prototipo a escala fue lanzado al espacio y aterrizó 15 minutos después.

En ese espacio de tiempo subió hasta una altura de casi veinte kilómetros y alcanzó una velocidad que duplicó la del sonido, lo que los técnicos denominan Mach 2, es decir, a 2.450 kilómetros por hora. Poco después se activó el paracaídas y aterrizó suavemente, intacto, sin daños aparentes, según señalaron responsables de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA).

Está previsto que tenga capacidad para 300 pasajeros y haga Nueva York-Tokio en seis horas y media

El modelo, con forma de flecha, de 11,5 metros de longitud, fue lanzado a las 7.06, hora local (23.06, en España), del lunes desde el polígono espacial de pruebas de la remota ciudad de Woomera, en el Estado de Australia del Sur. El vuelo, que había sido aplazado varias veces por las condiciones climatológicas desfavorables, no registró ningún incidente, a diferencia de lo que ocurrió con un ensayo similar realizado en julio de 2002. Entonces, un prototipo se separó antes de lo previsto del cohete que lo portaba, por lo que no consiguió alcanzar la altura necesaria para encender sus motores y se estrelló en llamas contra el desierto australiano. Fue un sonoro fracaso.

Los datos recogidos en la experiencia del lunes permitirán a la JAXA analizar la eficacia de sus cálculos y de la predicción informática de la conducta aerodinámica de las alas, en relación con su diseño y con el material usado para construirlas. "Creo que todos están muy satisfechos. Había mucha ansiedad antes del lanzamiento, porque han estado trabajando duramente y es un sistema complejo. Pero, una vez que comenzó a funcionar bien, fue fantástico, sólo hubo vítores", indicó Peter Nikoloff, director de seguridad y de operaciones del lanzamiento a la televisión australiana.

El nuevo avión, que podría hacer de Japón una potencia aeroespacial, está previsto que tenga capacidad para 300 pasajeros, casi el triple que el Concorde, y que cubra, por ejemplo, la distancia entre Nueva York y Tokio en seis horas y media, o hacer Tokio-París en seis horas, la mitad del tiempo que precisan actualmente los aviones convencionales.

Japón fabrica componentes de alta tecnología para el gigante de la aviación estadounidense Boeing, pero no se había embarcado hasta ahora en la construcción completa de una aeronave. Tras haber probado con éxito un motor que, instalado en un avión, podría conseguir que se desplazase a cinco veces la velocidad del sonido (Mach 5), Japón quiere entrar ahora en la construcción de aeronaves. Este avión es menos ruidoso que el Concorde, gasta menos combustible y podría realizar vuelos comerciales dentro de unos quince años. La firma Mitsubishi, principal promotora del prototipo japonés, asegura que la tecnología para un avión supersónico ya está lista, pero no quieren que la nueva aventura sea un desastre comercial como le ocurrió al Concorde, que nunca consiguió la deseada rentabilidad y fue retirado tras el accidente que sufrió en el año 2000 en París, en el que perdieron la vida un centenar de personas.

Francia, que fabricó el Concorde en alianza con la industria aeroespacial británica, quiere estar presente también en esta nueva aventura y firmó un acuerdo el pasado junio con los japoneses para desarrollar este nuevo avión, proyecto en el que prevén invertir 4,5 millones de euros en los próximos tres años. El nuevo proyecto será liderado por la Sociedad Japonesa de Compañías Aeroespaciales y por la Asociación de Industrias Aeroespaciales Francesas. Junto a diversas empresas japonesas estarán también las multinacionales Airbus y Safran.