Periodistas entre Herodes y Pilatos
Encarcelados en Cuba; asesinados en México, Colombia, Brasil, Ecuador; acosados en Argentina, Perú, Venezuela, los periodistas independientes no tienen a menudo muchas opciones en Iberoamérica: o padecen tiránicos regímenes unipersonales de Herodes depredadores de la libertad de prensa o gobernantes Pilatos que se lavan las manos mientras hacen o dejan cundir el pánico entre los informadores molestos.
Ya estén gobernados por dirigentes inhibicionistas de derechas o por intervencionistas de izquierdas, las opciones que se presentan a los periodistas que intentan denunciar la corrupción galopante, la violencia criminal, los abusos de poder o la ausencia de libertad encuentran ante sí dos salidas angostas: la celda (24 encarcelados en Cuba) o la fosa (seis asesinados desde la última Cumbre Iberoamericana: tres en México, y uno en Colombia, Brasil y Ecuador). Muchos optan por las salidas anchas, y no ajenas a los deseos del poder, del exilio o la autocensura (ese exilio interior) para eludir la muerte o la prisión, puntas del iceberg del hostigamiento agobiante a que les someten policías políticas o paralelas, bandas armadas, sicarios de políticos corruptos y jueces dóciles en la aplicación de leyes liberticidas.
La situación generalizada de acoso a la prensa en Iberoamérica prosigue, aunque haya que celebrar que el número de muertes desde la última Cumbre haya sido casi la mitad que entre aquélla y la anterior, en que hubo 10 (dos en Brasil, México, Nicaragua y Perú; uno en Colombia y República Dominicana).
Cuba padece hoy uno de los últimos dictadores del mundo, que corta, de raíz o por las ramas, cualquier intento de información libre, sabedor de que la tiranía es planta de interior que sólo florece en la oscuridad informativa. Fidel Castro ha convertido Cuba en la segunda (después de China) mayor prisión del mundo para periodistas. Las cárceles cubanas son como aquel tranvía abarrotado de Charlot, del que salía expulsado por una puerta un pasajero para dejar entrar a otro por la opuesta. Si en el último año salieron del tranvía con barrotes cinco de los 26 periodistas que seguían dentro desde la primavera negra de 2003, otros tres entraron posteriormente por la puerta de atrás o se quedaron en el estribo de la libertad provisional vigilada. Un año después, y pese al levantamiento de sanciones diplomáticas por parte de la UE para, supuestamente, propiciar el diálogo con la dictadura, 24 periodistas, del centenar de informadores independientes que sufren persecución policial y judicial constante, siguen cumpliendo hoy duras penas de prisión, en no menos duras condiciones carcelarias.
Colombia sigue siendo el mayor cementerio mundial de periodistas, con un centenar de éstos asesinados en los últimos quince años, uno en 2005. También es Colombia el país donde más informadores son secuestrados, con más de medio centenar raptados por guerrilleros o paramilitares en los últimos diez años. Pese a las buenas intenciones expresadas del presidente conservador Álvaro Uribe, siguen muriendo los periodistas, cogidos entre los fuegos cruzados de los bandos armados, incluidos sectores militares o de las fuerzas del orden, y de narcotraficantes y sicarios de políticos corruptos, mientras los asesinos e inductores siguen gozando generalmente de impunidad. Un 38% de las amenazas de muerte denunciadas por periodistas provienen de los paramilitares, un 18% de autoridades y funcionarios locales, un 12% de fuerzas del orden, un 10% de grupos guerrilleros, y, el resto, de origen desconocido. La comisión que aplica el Programa para la Protección de Periodistas amenazados se limita prácticamente a darles refugio en Bogotá o... facilitarles el exilio, cómodo expediente por el que ya han optado decenas de profesionales que huyen de la muerte anunciada.
México. El asesinato, el 22 de junio de 2004, de Francisco Javier Ortiz fue el punto de partida agorero de una nueva serie de muertes de periodistas que, de entonces a hoy, se ha cobrado otras cuatro: Francisco Arratia, Gregorio Rodríguez, Raúl Gibb y Dolores Guadalupe García. Alfredo Jiménez está "desaparecido" desde abril de 2005, al igual que desde 2003 sigue en paradero desconocido Jesús Mejía. Dieciséis profesionales han caído desde 2000, sin que prácticamente en ningún caso se haya llevado a cabo una investigación seria sobre los inductores, que gozan de plena impunidad. Corrupción de políticos y funcionarios, y cohecho con el narcotráfico, se extienden por el México profundo y se traducen en amenazas, presiones, agresiones, detenciones, secuestros y asesinatos de los periodistas que los denuncian. Bandas, matones o policías actúan, mientras el máximo titular del poder central, el conservador Vicente Fox, parece mirar hacia otra parte desde su alto aguamanil.
En el Perú de Alejandro Toledo, ningún periodista ha sido asesinado hasta hoy desde la última Cumbre (dos en 2004), pero se agrava el acoso, oficial u oficioso, que padecen los profesionales. La Asociación Nacional de Periodistas de Perú (ANP) había registrado entre enero y junio 66 casos de agresiones, amenazas, presiones jurídicas, detenciones arbitrarias. La ANP registraba 18 agresiones físicas cometidas por funcionarios civiles, 10 por fuerzas del orden y 28 por simples ciudadanos (cifra ésta que triplica la del mismo periodo de 2004), lo que muestra la generalización y "popularización" de la caza impune al periodista.
Venezuela. El militar golpista y hoy presidente populista de Venezuela, Hugo Chávez, ha añadido últimamente, a la batería de medidas preventivas y punitivas, camufladas de exigencias de responsabilidad social contra los medios que le hacen la guerra (a veces con sus mismas armas), una "ley de reforma parcial del Código Penal" por la cual quien cometa "desacato" al jefe del Estado podrá ir entre seis y 30 meses a la cárcel.
En Argentina, presiones funcionariales, violencia e intimidaciones policiales; discriminaciones y trabas a la circulación de información oficial, incluida la presidencial (Néstor Kirchner prefiere comunicarse directamente con el pueblo en discursos y actos públicos), se plasman en un proyecto de ley de acceso a la información que prevé penas de cárcel.
Un periodista asesinado, una colega tiroteada y decenas agredidos por policías, funcionarios o políticos corruptos siguen poniendo la libertad de prensa contra las cuerdas en Brasil. Un dato positivo: la Cámara de Diputados rechazaba en diciembre el proyecto de ley gubernamental para la creación de un Consejo Federal de Periodismo, de adscripción obligatoria mediante titulación forzosa y encargado de "orientar, disciplinar y controlar el ejercicio de la profesión".
Ecuador. Censuras "preventivas", escuchas telefónicas policiales y alguna bomba que otra se añaden en el último año a la degradación de la libertad de información desde la llegada al poder de Lucio Gutiérrez, que tensó las relaciones con la prensa. Un fotógrafo chileno independiente murió en abril por inhalación de gas lacrimógeno durante una manifestación que exigía la dimisión del presidente.
En el propio país anfitrión, España, las Cortes estudian un proyecto de Estatuto de la Profesión periodística que les daría indirectamente la facultad de dar o quitar el carné profesional, y otro alternativo que propone la titulación y colegiación forzosas, ambos atentatorios contra el ejercicio libre de la profesión defendido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En RsF hemos venido observando de cerca cómo desde las altas cumbres iberoamericanas se evitaba volver las no menos altas miras hacia el valle de lágrimas periodístico. Por eso, hacemos nuestras las palabras de la vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, al constatar (EL PAÍS, 27 de septiembre) "las insuficiencias" de esas cumbres, en las que "ha prevalecido la retórica y ha faltado eficacia", y proponer un cambio en profundidad de las mismas.
Para contribuir a ese cambio, RsF propone que en Salamanca se exija la liberación de los periodistas y demás presos de conciencia (hasta unos 300) encarcelados en Cuba, y la adopción de medidas eficaces para el cese de los asesinatos impunes, y el fin del acoso, oficial u oficioso, a la prensa en varios países de la comunidad. Ni un solo periodista más asesinado, encarcelado, acosado o amordazado en el ejercicio de su profesión. He ahí un programa concreto que proponemos para la defensa eficaz de la libertad de prensa en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, reunida en Salamanca. Que, en la ciudad donde don Miguel de Unamuno, quien se consideraba, más que docente, periodista, respondía un 12 de octubre de 1936: "¡Venceréis, pero no convenceréis!" a quienes gritaban "¡Muera la inteligencia, viva la muerte!", los mandatarios de los países democráticos iberoamericanos no se dejen vencer ni convencer por quienes encarcelan a la inteligencia o permiten que los periodistas convivan con la muerte.
Fernando Castelló es presidente de Reporteros sin Fronteras, organización internacional con sede en París.
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