Mauritania rechaza a los subsaharianos que Marruecos traslada a su frontera
El Polisario afirma que Rabat abre brechas en el muro de Argelia adonde llevó a 80 inmigrantes
"Nos expulsáis de vuestro país y ahora nos van a llevar al desierto", dice un 'sin papeles'
Las autoridades de Mauritania ya han informado a las de Rabat de que no aceptarán la entrada de los inmigrantes que ha trasladado a su frontera, a menos que los sin papeles acrediten, con el correspondiente visado, que proceden de su territorio. Sin embargo, fuentes diplomáticas marroquíes, señalaron que la operación de expulsión de inmigrantes a Mauritania había sido detenida por el rey de Marruecos, Mohamed VI, para evitar tensiones entre Rabat y Nuakchot, informa Ignacio Cembrero.
Una fuente diplomática mauritana, que pidió anonimato, explicó a France Presse que Marruecos habría renunciado a enviar en autobús a 67 de los trasladados a Dajla y que de allí serían enviados a sus países en aviones Hércules C130. A última hora de la tarde se sabía (por fuentes del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, de organizaciones humanitarias y de los propios afectados) que seis autobuses, con unos 240 inmigrantes, se hallaban en la frontera sur del Sáhara con Mauritania, en Bir Gandouz, a unos 20 kilómetros del límite territorial. Otros cuatro vehículos, con unos 160 subsaharianos, estaban en el interior de un cuartel en Dajla, la Villa Cisneros de la época colonial, que fue sede del IV tercio de la Legión Alejandro Farnesio. 10 autobuses más que viajaban al sur, con 400 personas, habían retrocedido desde Tantán hasta Guleimin, al norte de la frontera del Sáhara.
Otros cuatro vehículos, con unos 160 subsaharianos, estaban en el interior de un cuartel en Dajla, la Villa Cisneros de la época colonial, que fue sede del IV tercio de la Legión Alejandro Farnesio. Diez autobuses más que viajaban al sur, con 400 personas, habían retrocedido desde Tantán hasta Guleimin, al norte de la frontera del Sáhara.
Fuentes locales han revelado, además, que unos 80 inmigrantes que viajaban en dos autobuses han sido llevado a la zona de Smara, 300 kilómetros al este de El Aaiún, y trasladados luego en camiones del ejército 15 kilómetros al sur, junto al muro minado que separa longitudinalmente el territorio controlado por Marruecos del dominado por el Frente Polisario.
Fuentes de ese movimiento saharaui independentista, situadas al este del muro, confirmaron a EL PAÍS la información, y añadieron que soldados marroquíes han abierto dos brechas en el muro, una al sur de Guelta Zemmur y otra a la altura de Dajla, aparentemente para expulsar por ellas a los subsaharianos. Uno de los subsaharianos perteneciente a este último grupo alertó por teléfono móvil a Médicos sin Fronteras de que desde donde se hallaba podía ver el muro. Un dispositivo de esa ONG viajaba anoche hacia la zona. A la frontera mauritana acudió un grupo del ACNUR.
La Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) se desentendió del asunto argumentando que no entraba dentro de sus competencias.
La negativa mauritana a ceder a las intenciones marroquíes de endosarle un millar de inmigrantes parece haber decidido al Gobierno de Rabat a expulsarlos a la zona del Sáhara controlada por el Polisario. El delegado para España del movimiento independentista, Brahim Gali, calificó ayer de "criminales" las aparentes intenciones de Marruecos.
En una conversación telefónica mantenida con este periódico desde los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, junto a la frontera argelina con el Sáhara, Gali recordó que los alrededores del muro están plagados de minas: "Marruecos ya ha conseguido los fondos económicos que buscaba en España y en Europa, y ahora se dispone a deshacerse de los inmigrantes enviándolos al matadero".
El primer consejero de la embajada de Guinea Conakry en Rabat, Abu Bakar Silar, afirmó que muchos de sus ciudadanos le confirmaron telefónicamente que habían salido del país por las fronteras del Sáhara con Mauritania y Argelia. Hoy viajará a Guleimin, donde Rabat le ha prometido que se encontrará con los retenidos en un campamento militar.
Durante las últimas horas, las fuerzas de seguridad marroquíes han movido los autobuses cargados de inmigrantes por todo el Sáhara, en un juego del gato y el ratón que ha desconcertado a las ONG desplazadas al territorio para ofrecer alimento y asistencia sanitaria a los subsaharianos. Algunos llevan más de 48 horas esposados en los vehículos, sin comer y sin saber cuál será su destino.
A Dajla llegaron unas 160 personas. Las primeras 70 en la tarde del lunes en dos autocares, según observadores de Women Links, SOS Racismo, Elín y Compañía de Jesús, que los siguieron hasta allí. Varias mujeres embarazadas y otras con niños pequeños se encontraban entre sus muros, así como Abdelraman Fadiga, de Guinea Conakry, herido de bala en el salto masivo a la valla de Ceuta del 29 de septiembre en el que murieron cuatro inmigrantes. "Los españoles tenéis la culpa de todo", dijo Fadiga indignado desde el interior del cuartel. "Vosotros nos expulsáis de vuestro país y ahora nos van a llevar al desierto", añadió el guineano, que fue entrevistado por este periódico en el hospital de Tetuán hace una semana. Muchos de los que se encontraban ayer en la ruta fueron arrestados en pensiones de Tánger y en los montes de Bel Younech (junto a Ceuta) y Rostrogordo (Melilla).
Fadiga recorrió más de 2.000 kilómetros casi sin comer ni beber y en condiciones higiénicas deplorables a pesar de que salió del centro sanitario a finales de la semana pasada con su rodilla perforada. El Ejército marroquí, que impidió la entrada al cuartel a observadores internacionales y periodistas, aseguró que proporcionó comida, agua y medicamentos a los detenidos en el cuartel, así como leche en polvo a los niños. Los inmigrantes se quejaban, sin embargo, de la falta de alimento y alertaban sobre la fatiga y debilidad de algunos de los menores.
Al mismo cuartel llegaron otros dos autobuses con unas 80 personas hacia las 14.00 de ayer. El médico militar que atendió a la primera expedición aseguró que se esperaban más vehículos, así como los propios inmigrantes, que avisaron de su llegada cuando se encontraban a unos 20 kilómetros de Dajla, y advirtieron de que tenían intención de llevarlos hacia Mauritania.
Durante toda la mañana de ayer, tanto los inmigrantes como ONG españolas y marroquíes dieron testimonio del ir y venir de autobuses por el sur de Marruecos y el Sáhara Occidental. Mahmadu Bahr, de la Asociación de Familias y Víctimas de la Inmigración Clandestina, aseguró que al menos seis vehículos que se habían adentrado en el Sáhara dieron media vuelta para volver hacia un campamento militar a unos 50 kilómetros de Guleimin, al sur de Agadir.
El Ejército marroquí levantó tiendas de campaña para alojar a los inmigrantes, según aseguraron a través de sus teléfonos. "Vengan hasta aquí a seguirnos", pidió Mohamed, de Gambia, en Tantán, camino del campamento. "Creemos que nos están mareando para que ustedes no sepan donde estamos", añadió. Hervé, un inmigrante camerunés, explicó que son unos 800 en ese campo, donde han recibido sardinas, leche, pan y agua. Les han dicho, relata, que de momento se quedarán allí. Otras fuentes cifran en 400 los retenidos en el campamento.
Organizaciones internacionales y humanitarias prepararon un dispositivo de ayuda en los lugares donde previsiblemente se deportaría a los subsaharianos. Un equipo de Médicos del Mundo con sede en Nuadibú (Mauritania) consiguió atravesar la frontera hasta Bir Gandouz, salvando los obstáculos puestos por Rabat.
Los dos sanitarios y el logista que lo forman se unirán hoy a otros que viajarán desde Tánger a Smara, en coordinación con Médicos sin Fronteras. Esta organización denunció que "lo que están haciendo las autoridades marroquíes es dispersar los convoyes para despistar a las ONG y medios de comunicación".
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