Un ojo en San Marino y dos en Belgrado
Para conseguir la clasificación directa, España necesita golear a su diminuto adversario y que Serbia tropiece ante Bosnia
Con un ojo en San Marino y los dos en Belgrado, la selección española cierra hoy (Antena 3 TV, 20.30) su decepcionante fase de clasificación para el Mundial de Alemania. España ha llegado al último día del curso con la soga al cuello, tan enfangada como en su camino hacia la Eurocopa 2004, a la que accedió tras una repesca. Para evitar un trance semejante, el equipo ni siquiera depende de sí mismo, pese a que ha competido en un grupo sin pedigrí.
Así está el fútbol español, que hoy se debe jugar el gordo ante una de las peores selecciones del mundo, a la que tiene que golear mientras pone velas en Belgrado para que Bosnia frene a su vecino serbio. Una situación angustiosa para una selección española que, aun con el cambio de seleccionador, ha sido incapaz de remontar el vuelo desde el batacazo de Portugal.
Un equipo sin estilo definido, frágil y escasamente competitivo; con un vestuario agrietado en el que algunos dirimen sus rencillas (Puyol y Vicente) ante una pasarela de cámaras; con un seleccionador llevado a hombros al cargo y que 14 meses después aún no ha encontrado la pócima; con una estructura deportiva en la que el jefe (Luis Aragonés) y el guía de los sub 21 (Iñaki Sáez) no sintonizan en absoluto; con una cantera -de la que antes presumían en los despachos- que no estuvo en los Juegos de Atenas y ayer se quedó fuera del Europeo de la categoría; y con un grupo de directivos enredados en los tribunales por su forma de gestionar la federación.
Un panorama estremecedor que España puede maquillar si al menos consigue un billete para Alemania. La clasificación no despejaría todas las tormentas, pero supondría un alivio por si algún mando se ilumina y decide acometer una profunda renovación. Con o sin una gran sentada.
De momento, Luis sostiene que el futuro de España pasa por la repesca. Sólo un batacazo de Serbia llevaría directamente a la selección hasta Alemania. Por supuesto, faltaría más, nadie en el equipo cuestiona que San Marino recibirá una goleada. Si es por una diferencia de cuatro goles, a España le valdrá un empate a cero o a uno entre serbios y bosnios. Si el técnico madrileño acierta y el equipo tiene que estar el viernes pendiente del sorteo de la repesca, problema a la vista: el partido de ida de la eliminatoria se jugaría el 12 de noviembre, sábado, y resulta que el día 9, miércoles, hay jornada de Liga programada. Un disparate en el que nadie reparó, o a nadie importó, cuando se diseñó el calendario. Así está el fútbol español.
A la espera de las carambolas finales, el equipo se medirá a San Marino con un nuevo traje. Luis, decepcionado por lo sucedido en Bruselas en el primer tiempo, medita dar un vuelco a la alineación y al sistema. De entrada, Salgado y Xavi están sancionados y serán relevados por Sergio Ramos y De la Peña. Joaquín sigue en el grupo, pero el seleccionador se ha hartado de su nula aportación al equipo y apostará por Villa. Con el bético, España ha intentado explotar los extremos y se ha encontrado con que su inversión no ha merecido la pena. Joaquín no produce y, además, en un equipo tan escaso de gol, su aportación en este capítulo es irrisorio, ya que en 32 partidos ha marcado cuatro goles: a Armenia, San Marino, China y Portugal. El que le hizo a los lusos, encima, fue en un amistoso. La explosión de Reyes ante Bélgica también ha condenado a Vicente, más consistente que Joaquín, pero arrastrado al banquillo por el irrelevante provecho de España a las bandas. Otro valencianista, Marchena, dejará su puesto a Pablo.
Un nuevo proyecto en busca de una senda que España hace meses que no encuentra. Puesto a experimentar, nada mejor que hacerlo ante San Marino. Al fin y al cabo el resultado final dependerá de Belgrado. A esta España, ni las fases de clasificación ya le resultan dulces. De los grandes de Europa, sólo Francia, en pleno relevo generacional, llega a la última jornada con los problemas de España. Unos problemas, los del fútbol español, que no quedarán del todo resueltos aun en el caso de que el equipo no se despida de un Mundial por primera vez en 31 años. El último fiasco fue Alemania 74. Y el culpable, coincidencias del destino, fue Yugoslavia. Para alivio español, hoy Yugoslavia es un mosaico de cuatro selecciones y la FIFA ha engordado su taquilla con las repescas. El destino de esta España, sostiene Luis.
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