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El Ayuntamiento de Tarragona busca un acuerdo con la oposición para la reforma del frente marítimo

El Ayuntamiento de Tarragona busca un acuerdo con la oposición para impulsar un proyecto que prevé soterrar las vías del tren -que hoy son una barrera entre la ciudad y el mar-, liberar estos terrenos y modificar la fachada marítima de la ciudad. A pesar de las diferencias actuales entre el consistorio y la oposición, el Ejecutivo autónomo se ha comprometido a ofrecer su capacidad negociadora para tratar de llegar a un acuerdo con el Gobierno central si previamente hay pacto entre los partidos con representación en el Ayuntamiento de la ciudad.

La Generalitat y el consistorio firmaron el pasado septiembre un convenio de colaboración para recuperar una antigua propuesta de los años ochenta, que el alcalde Joan Miquel Nadal (CiU) utilizó como argumento político en las pasadas elecciones municipales. A escasos meses de los comicios locales, el Departamento de Política Territorial y Obras Públicas de la Generalitat subvencionó con 1,1 millones de euros al estudio de arquitectos de Ricardo Bofill para diseñar la futura fachada marítima a instancias de Convergència i Unió (CiU). Pero los diseños de Bofill, que defiende el consistorio, no convencen a la oposición.

"Este proyecto es totalmente válido", dice el alcalde. "No hay proyecto", responden rotundos tanto el Partit dels Socialistes (PSC) como Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa Verds (ICV), que quieren impedir que Nadal capitalice en solitario lo que consideran "un proyecto de ciudad".

CiU y PP, socios de gobierno en el consistorio, respaldan al 100% el trabajo del gabinete de Bofill. Tanto a juicio del alcalde como en opinión del portavoz popular, Francesc Ricomà, este documento -expuesto a la ciudadanía en campaña y retirado posteriormente por la junta electoral- debe ser la base de las negociaciones en el Ayuntamiento.

Una barrera por otra

La oposición en bloque considera "débil" el diseño porque no ha sido aprobado en comisiones ni en el pleno. Los tres grupos coinciden en aceptarlo como documento marco, aunque a la postre deberá sufrir amplios retoques. "La edificabilidad prevista es exagerada", señala el portavoz ecosocialista, Lluís Balart.

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El proyecto de Bofill preveía financiar el paso subterráneo del tren y las obras complementarias con la construcción y venta de viviendas nuevas encima de las actuales vías. "No puede ser que eliminemos una barrera para poner otra", añade la republicana Rosa Rossell, y lo mismo opina la portavoz socialista, Carme Crespo, quien insiste en que su grupo tendió la mano desde el primer pleno del actual mandato al alcalde para lograr un consenso. "Es paradójico que luego nos presenten como los que nos oponemos a todo", dice.El alcalde de Tarragona, por su parte, justifica el retraso de su proyecto por los sucesivos cambios de gobierno, tanto en el Palau de la Generalitat como en Madrid. "Con el Partido Popular (PP) lo teníamos ya muy avanzado", asegura. Nadal está convencido de poder llevar el proyecto del estudio de Ricardo Bofill sin apenas retocarlo ante el primer consejero del Gobierno catalán, Josep Bargalló, que será el encargado de presidir la futura comisión Generalitat-Ayuntamiento cuando ésta se constituya definitivamente.

Sin embargo, la oposición no olvida el carácter marcadamente "propagandístico", en opinión de Balart, de un proyecto que el líder socialista Josep Fèlix Ballesteros no ha dudado en definir en múltiples ocasiones como un "bluf".

"Estamos a un año y medio de las elecciones y parece que habrá relevo en la alcaldía", dice el popular Ricomà, convencido de que estas condiciones son las peores para emprender la postergada reforma del frontal marítimo. "Esto no tiene por qué ser un impedimento", responde Crespo.

En las filas de ERC e ICV, el mensaje es claro y directo: el proyecto de Bofill no sirve. Ambos partidos argumentan, como en el caso del Partit dels Socialistes, que por ahora es tan sólo un anteproyecto sin las especificaciones de ingeniería necesarias para construir un túnel para el tren que discurriría a escasos metros del mar y pasaría por debajo del río Francolí. "Si hay que construir menos casas, hablemos de ello, pero entonces que me digan de dónde va a salir la financiación para cambiar la fachada marítima", añade el alcalde.

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