"Cuando sea presidente cobraré la mitad"
El cuartel general del candidato se ha instalado en una preciosa casa de la época porfiriana en la colonia Roma, de la ciudad de México. A la entrada, el único colgante en la pared es un cartel enmarcado en aluminio con la leyenda: "Fox, traidor a la democracia". Es el saludo de bienvenida en la sede de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a las presidenciales mexicanas de julio de 2006. El ex alcalde del Distrito Federal, de 51 años, viudo y padre de tres hijos, es el favorito en las encuestas. Su trayectoria política delata una atracción fatal por la polémica. "Ser opositor en México, y creo que en cualquier país del mundo, implica polemizar", dice en su despacho. donde recibió esta semana a EL PAÍS, en un alto de sus viajes de precampaña.
"Lo que más ha dañado a México es la deshonestidad de los gobernantes"
Pregunta. ¿Está cómodo en la controversia política?
Respuesta. Se acostumbra uno. Así se presentan las circunstancias y tenemos que salir adelante.
P. ¿Cómo se define en política?
R. De izquierda.
P. ¿Qué es hoy la izquierda?
R. Pues la organización, los dirigentes que luchan fundamentalmente por la igualdad.
P. De los políticos de este tiempo, ¿se identifica con alguno?
R. No tengo a ninguno en particular. Me conmueve la lucha social de Mandela. En la historia reciente admiro a Salvador Allende.
P. Algunos rivales le llaman el Chávez mexicano.
R. Cada pueblo tiene su historia y sus dirigentes. No se pueden extrapolar experiencias. Mis adversarios ven en Chávez un peligro. Para ellos hay más moderación en Lula, y mucha más aceptación con Felipe González. Si dijera que me parezco más al presidente Zapatero estarían más tranquilos. Dicho sea de paso, el presidente Zapatero merece todo mi respeto. Su decisión de retirar las tropas de Irak mostró que es un hombre de Estado y consecuente.
P. Se le atribuyen rasgos autoritarios, de no escuchar críticas.
R. Soy tolerante y me gusta debatir. No acepto a ciegas las cosas, defiendo mi punto de vista. Creo que en México no hay normalidad política, porque hay dos mundos: el pueblo raso, que tiene una manera de pensar y actuar distinta, y la sociedad política. A mí siempre me ha importado más atender los sentimientos de la mayoría del pueblo. Si dependiera de la sociedad política, yo no existiría como hombre público. He sido bombardeado por esta sociedad política que me ha querido destruir, y quien me sacó a flote fue el pueblo.
P. ¿Cree que el intento de desaforarle le favoreció y le colocó arriba en las encuestas?
R. Sí, pero obviamente no quería que me desaforaran. Tienen miedo a que haya un cambio verdadero en México.
P. ¿Por qué le tienen miedo si el margen de maniobra no es grande?
R. Sí hay margen. Se terminarían los privilegios y la corrupción.
P. ¿Seguro?
R. Sin duda. El principal problema de México es la corrupción.
P. ¿Cómo acabaría con la corrupción?
R. Barriendo como se barren las escaleras, de arriba para abajo. Una cosa es no poder terminar con la mordida, el soborno en la calle, con los policías de tránsito y demás. A veces se piensa que ésta es la corrupción más perniciosa. No es así. Lo que más ha dañado a México es la deshonestidad de los gobernantes.
P. ¿Con qué colaboradores contaría para cambiar México si en su equipo hay gente que procede del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de una manera de hacer política?
R. El centro de mi propuesta es la honestidad. Hay cuadros políticos íntegros, que tienen esa sensibilidad social. Integraré un equipo con gente honrada y demostraremos que hay que cambiar la forma de hacer política.
P. ¿Cómo sería?
R. Será un cambio de raíz, para no usar la palabra radical, que hará a un lado al político prepotente, fantoche, mediocre y ladrón que caracteriza lo que ha sido la política en México. Lograremos que haya un político nuevo, sobrio y honrado. Vamos a reducir el coste del Gobierno.
P. ¿Cómo?
R. El presidente gana 150.000 pesos al mes [13.800 dólares], que es el doble de lo que gana el presidente de Brasil. Lo reduciré a la mitad. No habrá partidas especiales para vestuario, no usaré la flotilla de aviones del Estado Mayor presidencial, no habrá lujos ni privilegios. No puede haber un Gobierno rico con un pueblo pobre. Voy a disminuir desde el primer año el gasto corriente del Gobierno federal en 10.000 millones de dólares, y ese dinero lo destinaremos al desarrollo social y económico del país.
P. Pero en el Gobierno del Distrito Federal que usted presidió hubo corrupción y corruptos.
R. De manera excepcional. No fue la regla. Se dieron dos casos que mis adversarios utilizan mucho con el propósito de vincularme a mí y no lo lograron. Fue una confabulación para destruirme.
P. ¿Necesita México una reforma energética y otra fiscal?
R. Me opongo rotundamente a la llamada reforma energética. En cuanto a la fiscal, lo más importante es combatir la evasión, que es de más del 50%. Sólo en el IVA hay una evasión de 12.000 millones de dólares. Si resolvemos ese problema no hay por qué crear nuevos impuestos.
P. ¿Cómo se puede modernizar Pemex [compañía estatal de petróleo] sin la iniciativa privada, que es la única que tiene la tecnología para invertir en exploración y explotación en aguas profundas?
R. No es un asunto ideológico, sino técnico. Pemex es un buen negocio que está mal administrado. Tenemos que buscar la convergencia de inversión pública e inversión privada. Nadie va a poder privatizar el sector energético. Es preferible decir a los inversores que no, que esto no se puede. Es lo único que nos queda.
P. Parece obsesionado con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien acusa de todos los males.
R. No, pero es el personaje más siniestro, el que más ha dañado a México. Es el jefe de jefes, manda en el PRI y en el PAN.
P. Pues algunos antiguos colaboradores de Carlos Salinas están hoy trabajando con usted.
R. Sí, pero son muy pocos, que se deslindaron a tiempo y no tienen nada que ver con Salinas.
P. ¿Está usted convencido de que ganará las elecciones?
R. Absolutamente.
P. ¿Qué medidas tomaría para combatir el narcotráfico?
R. Mi plan es: bienestar de la gente, no permitir que se asocie la delincuencia organizada con la autoridad. Hoy no se sabe dónde termina una y empieza la otra. Vamos a limpiar la Procuraduría, la Policía Federal Preventiva, las Aduanas. No vamos a castigar a una banda y proteger a otra. No utilizaremos el Ejército para reprimir movimientos sociales -nunca más en México una masacre-, pero enviaré una iniciativa de ley al Congreso para reformar la Constitución y dar más facultades al Ejército para el combate al narcotráfico.
P. ¿Cómo serán las relaciones con EE UU si usted es presidente?
R. Serán relaciones de respeto mutuo. Tenemos que entendernos con el Gobierno norteamericano porque tenemos más de 3.000 kilómetros de frontera común. Es la relación bilateral más importante.
P. ¿Cambiará la política exterior mexicana?
R. Será mejor. Buscaremos que el primer tema de la agenda sea el problema migratorio. Hay que añadir al Tratado de Libre Comercio un capítulo de cooperación para el desarrollo. El problema migratorio no se podrá atemperar si no hay crecimiento de la economía del país ni creación de empleo. No se resolverá con muros, ni con mayor patrullaje fronterizo, ni con mano dura. Tendremos una política exterior menos protagónica, más cautelosa.
Las cuentas de Obrador
"El PRI tiene garantizado el 25%, sea quien sea el candidato, incluso si ponen a una vaca. El 50% del electorado tiene militancia y el otro 50% son ciudadanos libres. De estos últimos, tengo la mitad, por eso tengo un 40% en intención de voto". Éstos son los números de Andrés Manuel López Obrador a nueve meses de las elecciones presidenciales. Los votos en disputa, según el candidato perredista, son 35 millones, que corresponden al 50% del electorado sin partido.
Las elecciones, dicen los analistas, se ganan con el 38% de los sufragios. López Obrador sólo tiene garantizado el 16% de voto duro. Ningún partido por sí solo puede ganar la elección presidencial. Esta realidad política es consecuencia, en parte, de los 70 años en los que el PRI tuvo y retuvo el poder. "Sacudirse esta influencia llevará más de una generación", estima López Obrador, quien después de años de militancia priísta, abandonó el partido en la escisión que dio lugar al PRD.
A la pregunta de a quién teme más como adversario electoral, a Roberto Madrazo (PRI) o a Felipe Calderón (PAN), responde: "Son lo mismo, es la diferencia entre la Coca-Cola y la Pepsi. Defienden el mismo proyecto".
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