El Palau de les Arts ya tiene público

Una alfombra roja marcaba el camino hacia el coliseo desde el aparcamiento del Museu de les Ciències. Por ella desfilaron muchos empresarios y políticos, que superaron con creces a los representantes de la música y de la cultura en general. La alfombra llegaba hasta las tripas del Palau de les Arts Reina Sofía y desde allí se articulaba en diversos órganos de acceso al cuerpo central, la bonita sala principal. Ellos, con trajes oscuros, y ellas, con vestido de cocktail, por exigencia del protocolo. Por lo visto, el público fue obediente, salvo alguna divertida excepción.

La música de Bizet, Chapí, Rodrigo o Serrano sólo empezó a sonar cuando la Reina Sofía, acompañada por el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, la ministra de Cultura, Carmen Calvo, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, tomaron asiento. En verdad, lo primero que sonó fue el Himno de Valencia bajo la batuta de Lorin Maazel.

"Impresionante, una ópera en sí mismo", comentó el escritor Marío Vargas Llosa

Entre los empresarios invitados se dejaron ver Isidoro Álvarez, presidente del Corte Inglés; Íñigo de Oriol, presidente de Iberdrola; Antonio Basagoiti, presidente de Unión Fenosa; Luis Fernando de Rivero, presidente de Sacyr Vallehermoso; Jorge Gil, presidente de American Express España; Luis Javier Navarro, presidente de BP España; los valencianos Emilio Serratosa, José Lladró, Álvaro Noguera o Francisco Ros Casares, además de dirigentes empresariales como José Vicente González (CEV) o Rafael Ferrando (Cierval).

Muchos patrocinios privados necesitará el Palau de les Arts para funcionar, dada las magnitudes colosales de este edificio con cuatro salas cuyo coste -"sólo el edificio y a día de hoy", apostilló el viernes el consejero de Economía, Gerardo Camps- asciende a 250 millones de euros.

El capítulo de políticos también fue extenso. Toda la plana mayor del PP acudió a la cita de "la última maravilla de la Comunidad Valenciana", según la nota oficial de la Presidencia de la Generalitat. Más rápido que los demás caminaba el portavoz parlamentario y ex presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y más bronceado. Se sentó junto al palco presidencial, en compañía de otro ex presidente, José Luis Olivas. Los socialistas valencianos también hicieron acto de presencia con una nutrida representación encabezada por su líder Joan Ignasi Pla. La ex ministra Carmen Alborch, tampoco se perdió la gala.

Como tampoco lo hiceron el escritor y melómano Mario Vargas Llosa; el coreógrafo Nacho Duato; la cantante Ainoha Arteta; la actriz Nuria Espert; el actor Emilio Aragón; el diseñador Francis Montesinos; la compositora Matilde Salvador; el cantante José María Cano; el escultor Miquel Navarro; o el director del Centro de Danza Nacional, Víctor Ullate.

Las declaraciones de los invitados fueron elogiosas hacia el edificio de Calatrava. Vargas Llosa dijo que el Palau "es impresionante, una ópera en sí mismo"; Ullate lo calificó de "una pasada" y sugirió la posibilidad de trabajar en él con algún espectáculo de danza; Espert lo tildó también de "impresionante" y deseó que el auditorio valenciano pueda "rivalizar" con el Liceo.

La intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt, declaró su emoción y bromeó al explicar que su chaqueta de color amarillo iba a "romper la superstición" originada a raíz de la muerte de Moliére en el escenario cuando vestía de color amarillo. La presidenta del Palau de la Música, Mayrén Beneyto, rechazó cualquier rivalidad con el Palau de les Arts.

También asistieron al concierto, que contenía diversas obras de compositores valencianos, numerosos y conocidos periodistas como Fernando Delgado, Luis del Olmo, o José Luis Balbín. Y profesionales y gestores del mundo de la música como el director de Glyndebourne Festival Opera, David Pickardy o Anthony Freud, de la Welsh National Opera. No faltaron los toreros Enrique Ponce, Vicente Barrera o José Pacheco, El Califa; ni los deportistas como Juan Carlos Ferrero, Niurka Montalvo y algunos ex como Rafael Blanquer o Jorge Martínez Aspar; incluso hubo representación de los programas de cotilleos.

La sala, con un aforo de 1.700 espectadores, sin embargo, no se llenó del todo. Hubo unas decenas de butacas vacías, en las que no se iluminaron las pantallas para seguir los libretos de las óperas en varios idiomas. Ayer, en castellano, inglés, francés y en un valenciano normativo.

También siguieron el concierto, desde el exterior y a través de altavoces, numerosas personas apostadas en el puente o en los jardines anexos, donde no llegaba la alfombra roja y aún se mantienen las casetas de las obras sin desmontar. No en vano, el Palau cerrará sus puertas el 25 de octubre para su conclusión definitiva con vistas a la próxima temporada 2006-2007.