Brillante madurez de Julio Bocca

¿Quién dijo retirarse? ¿Alguien ha mencionado la palabra rodilla? Julio Bocca, el más importante de los bailarines latinoamericanos de los últimos 25 años, está en una esplendorosa madurez; envidiable estado de gracia que el ballet en sí mismo agradece: no hay excesos, hay virtuosismo, detalles, musicalidad. Hay conciencia del estilo.

Hacía más de una década que no veía bailar a Bocca el paso a dos de Balanchine (inolvidables sus veladas sobre este mismo escenario con Arantxa Argüelles: ambos en el cielo del buen gusto técnico y la bravura como perfume necesario del baile clásico). Y hoy no sólo está intacto, sino que su relajación, sus entrepasos, su esmero en el adagio, su concentración en el ballon (no hablo de fútbol, sino de ese efecto de sostenerse en el aire cuando se salta, ya sea en el sitio mismo o en progresión espacial) son extraordinarios, justifican su podio y su posición en el panorama del ballet, demuestran que la danza es cosa de gente muy hecha, vivida, experta. Su compañera Sophia Scheller, muy entregada y a la altura. Programa muy bueno, bailarines capaces, noche de arte.