Autotrasplante de tejido ovárico congelado para mujeres con cáncer
La infertilidad es una de las secuelas frecuentes de la quimioterapia
La quimioterapia puede salvar vidas tras un cáncer y en muchos casos es el único tratamiento posible para curarlo. Pero puede llegar a ser tan agresivo que el precio que pagan los pacientes, en especial las mujeres, es a veces muy elevado. Uno de sus múltiples efectos adversos y más traumatizantes es la menopausia precoz: las mujeres dejan de ser fértiles a una edad temprana porque la toxicidad de la quimioterapia o de la radioterapia que han recibido ha atrofiado sus ovarios. En España, miles de mujeres no pueden tener hijos estando todavía en edad fértil como resultado de estos tratamientos.
La medicina ha abierto, sin embargo, una puerta a la maternidad para estas mujeres. El autotrasplante de tejido ovárico les ofrece la posibilidad de ser madres una vez superado el cáncer a partir de sus propias células, y aunque está todavía en fase experimental, los expertos consideran que es una opción muy prometedora.
La congelación de tejido ovárico es una alternativa para las mujeres que no pueden acceder a las técnicas hasta ahora disponibles
La quimioterapia y la radioterapia agresivas pueden inducir una menopausia temprana por su elevada toxicidad para el ovario
Esta técnica ha sido desarrollada por primera vez con éxito en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) por el equipo del profesor Jacques Donnez. Uno de sus miembros, Belén Martínez, doctora en veterinaria y experta en fecundación in vitro, acudió la semana pasada a la clausura del Máster de Biología de la Reproducción organizado por el Instituto Dexeus de Barcelona y la Universidad Autónoma de Barcelona.
"El tratamiento consta de dos partes, congelación y trasplante", explicó Belén Martínez, nacida en Castellón y formada en la Universidad Complutense de Madrid. "Cuando a una mujer en edad fértil o a una niña se le detecta un cáncer, antes de iniciar el tratamiento con quimioterapia o radioterapia se le extrae tejido ovárico para preservarlo. Una vez extraído, parte de él se congela y el resto se somete a un estudio anatomopatológico con el fin de saber si todavía contiene células cancerosas. Si las hay, no se puede trasplantar porque el cáncer se reproduciría en la paciente una vez curada. Pero si el estudio determina que el tejido está libre de células tumorales, se guardará congelado para implantarlo en la paciente una vez superado el cáncer en el caso de que desee tener hijos".
El equipo de Donnez congeló tejido ovárico de una paciente en 1997 y, una vez recuperada, se lo trasplantó en 2003. La mujer quedó embarazada y en septiembre de 2004 dio a luz a un bebé. Además del equipo de la Universidad Católica de Lovaina, que ha realizado el autotrasplante una vez con éxito rotundo, el pasado mes de junio se dio a conocer otro caso con el mismo resultado en Israel, realizado por el equipo del doctor Meirow.
El autotrasplante es una alternativa a las dos opciones hasta ahora posibles, pero que no son válidas para todas las mujeres con cáncer. Se trata de la congelación de embriones y de la congelación de ovocitos. El primer caso obliga a la paciente a tener pareja o a estar dispuesta a recurrir a semen de donante para fecundar sus ovocitos y obtener así embriones que se congelan para implantarlos más tarde, una vez superada la enfermedad. La segunda opción, la congelación de óvulos, no está dando buenos resultados porque los ovocitos maduros, que son los que se pueden fecundar y metabólicamente son más activos, son muy sensibles a la congelación y sufren daños que dificultan luego ser fecundados.
Hay, además, un importante grupo de mujeres que no pueden recurrir a ninguna de estas dos posibilidades: aquellas que no pueden realizar un tratamiento de fecundación in vitro porque no pueden demorar la quimioterapia o porque sería contraproducente para su tipo de cáncer, además de las niñas que todavía no se han desarrollado sexualmente, porque no producen óvulos. Para ellas la congelación de tejido ovárico es la única solución posible.
La congelación es un procedimiento sencillo y no requiere un equipamiento muy costoso, de modo que puede ser aplicado en cualquier hospital con servicio de fecundación in vitro. Y aunque la técnica ha demostrado su eficacia, según Belén Martínez, todavía se puede mejorar: "La fase de congelación no ofrece problemas. Lo que sí se tiene que perfeccionar es el trasplante, ya que presenta un inconveniente importante: cuando se descongela el tejido ovárico, está vivo, pero como no tiene vasos, no puede nutrirse. Y cuando se reimplanta, los nuevos vasos tardan en formarse unos días, por lo que el tejido puede llegar a morir por falta de irrigación".
Se trata pues de conseguir una rápida neovascularización para que muera el menor tejido reimplantado posible. Martínez calcula que aproximadamente la mitad de los ovocitos muere, por lo que el objetivo es "adelantar la llegada de los nuevos vasos al trasplante".
En cuanto a sus efectos adversos, son reducidos y se limitan a los propios de una operación por laparoscopia. "El riesgo de la técnica", explica Belén Martínez, "no es elevado. En nuestra unidad optamos por laparoscopia para realizar el trasplante porque es poco invasiva y de bajo riesgo. Técnicamente, es más complicado realizar un trasplante por laparoscopia porque las incisiones son diminutas y es más cómodo abrir la cavidad abdominal, pero en contrapartida, el posoperatorio es más corto".
Sin embargo, Belén Martínez destaca que la clave del éxito de esta técnica está en que el tejido que se va a trasplantar tenga una buena reserva folicular, esto es, que no sea pobre en ovocitos porque, aunque la operación sea correcta, si tenemos en cuenta que la mitad del tejido muere por la falta de irrigación, cuantos más ovocitos tenga, más posibilidades habrá de que al reinstaurarse los ciclos menstruales, la paciente pueda quedar embarazada. Además, una vez que la paciente se queda embarazada, el proceso es normal, es decir, la gestación no va a tener más riesgos que cualquier otra producida en circunstancias naturales.
Aunque el autotrasplante está indicado principalmente en mujeres jóvenes a quienes se les ha diagnosticado cáncer y van a recibir quimioterapia o radioterapia agresiva, también está indicado en casos de tumores ováricos benignos o endometriosis severa que requieran la extracción del ovario, enfermedades en las que hay que realizar trasplante de médula ósea -como las autoinmunes y hematológicas-, en casos de historia familiar de menopausia precoz y en el síndrome de Turner, que es una enfermedad genética en la que la menopausia se adelanta muchísimo.
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