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Reportaje:Aulas

Cicerones en el campus gaditano

Alumnos veteranos orientan a los nuevos para facilitar su integración universitaria

¿Dónde está la copistería? ¿Qué hay que hacer en la memoria final? ¿Cuántos días duran las prácticas? ¿Dónde puedo sellar estos documentos que faltan para la matrícula? A los alumnos de primer curso de la Facultad de Ciencia de la Educación de Puerto Real (Cádiz), como a tantos otros en su primer día de clase, se les agolpan las preguntas. Y en cursos anteriores han tenido que buscarse las respuestas ellos mismos. Su desorientación tiene desde este año una salida: la información y apoyo que les van a prestar sus propios compañeros veteranos. Estudiantes voluntarios para actuar de anfitriones y poner fin al desasosiego de los primerizos.

El proyecto se llama Compañeros. Es una experiencia piloto coordinada por el Servicio de Atención Psicológica y Psicopedagógica de la facultad gaditana. "Queremos ser la base para conseguir que los nuevos estudiantes se encuentren las menos barreras posibles en su integración universitaria", asegura la responsable de este servicio, Esperanza Marchena. Ayer fue el primer día de clase para unos 500 alumnos de este centro. Alumnos que se encontraron con la ayuda de medio centenar de compañeros, estudiantes a partir de segundo de magisterio y psicopedagogía.

La iniciativa es voluntaria, aunque los participantes reciben a cambio créditos de libre configuración por el auxilio prestado. Su misión es orientar a los noveles en sus primeros días de clases, resolver esas dudas iniciales, explicarles las instalaciones, las ayudas con las que cuentan, los servicios informáticos y de biblioteca y las posibilidades de un futuro empleo. Para adquirir todos estos conocimientos, los anfitriones han recibido 20 horas de formación que ayer pusieron en práctica por primera vez.

Una de esas cicerones fue Cristina López, de 22 años, estudiante de 2º de Psicopedagogía. Lleva cinco años en la facultad, tras haberse sacado el título en magisterio de Educación Especial. A ella le ha tocado un grupo en la clase de 1º de Audición y Lenguaje. Al igual que el resto de voluntarios tiene a su cargo 10 alumnos, a los que conoce por unas tarjetas identificativas con sus nombres y apellidos y una dirección de correo electrónico. Sus 10 nuevos compañeros tienen también una tarjeta de Cristina. Ayer les acompañó en su primera jornada universitaria. Sobre todo, respondió preguntas. ¿Cómo se eligen los colegios para las prácticas? ¿Es mucho trabajo la memoria final? Y ella contestaba con su experiencia personal y lo aprendido en sus jornadas formativas. Aunque había cuestiones más complicadas sobre el incierto futuro laboral de su carrera.

El auxilio recíproco es uno de los objetivos de este programa que, dependiendo de su eficacia, continuará en próximos cursos. Cristina utilizará los conocimientos aprendidos para pedir una beca, cuya existencia ignoraba hasta que se propuso ayudar a los demás primerizos. Se hizo voluntaria porque se lo sugirió una amiga y porque vio positivo ayudar a los demás en unos momentos de incertidumbre que ella también había tenido. El programa contempla también que los noveles tengan el teléfono de su compañero veterano. Porque las preguntas surgen en cualquier momento.

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