Una década sin cosecha de agua
La capacidad de los embalses de Málaga no ha variado desde la última sequía, pese al aumento de la demanda
Como siempre que hay sequía, los malagueños encaran el otoño pendientes del cielo, esperanzados en que llueva para que de los grifos de sus casas siga saliendo agua. Las primeras restricciones que va a decretar la Junta solo afectan de momento al riego de jardines, a las piscinas y al baldeo de las calles, pero el problema es que si no llueve con el paso de los meses deberán ser mucho más severas porque no hay agua suficiente.
El episodio es muy similar al vivido hace 10 años. En el verano de 1995, la situación llegó a ser muy crítica, se aplicaron duras restricciones y se tuvieron que buscar pozos en las zonas de sierra. Fueron medidas excepcionales para salvar una situación coyuntural que puso de manifiesto un problema estructural, la insuficiencia de los embalses que suministran agua a la provincia. En esta década, Málaga ha experimentado un importante crecimiento demográfico -sólo en los últimos cinco años la demanda de agua ha crecido un 8%-, y se han conocido un sin fin de estudios que alertaban del colapso de los recursos naturales y de las infraestructuras, especialmente las hidráulicas. Pero la realidad es tozuda. De nada ha servido que a aquel ciclo de sequía siguieran unos años que los meteorólogos califican de "excepcionalmente lluviosos". Las infraestructuras siguen siendo las mismas que las que había, y la capacidad de los embalses, 603 hectómetros cúbicos en total -actualmente están al 30%-, no ha variado. En el otoño de 1995 llovió, y se acabó el problema, y en esa misma solución hay que confiar ahora.
El Gobierno apuesta por la desalinización para beber y el reciclaje para el uso en riego
En 1999, el Gobierno proyectó el Plan Málaga, que apenas fue más allá de su fuerte despliegue publicitario. Según lo prometido, a mediados de 2002 se habría recrecido el Pantano de la Concepción, la principal fuente de abastecimiento a los 11 municipios de la Costa del Sol Occidental, que hubiera pasado de 56 a 100 hectómetros cúbicos. El proyecto se llegó a redactar, pero para ejecutarlo habría que tener dos años vacío el embalse, lo que equivalía a dejar sin agua a la Costa del Sol, y ni siquiera se llegó a hacer el estudio de impacto ambiental.
En 2004 debía haber entrado en funcionamiento una nueva presa, Cerro Blanco, que permitiría obtener 25 hectómetros cúbicos de Río Grande, afluente del Guadalhorce. El proyecto sigue pendiente de información pública, por lo que tampoco se ha acometido la prevista conducción hasta la estación de El Atabal. Tampoco se ha acometido la mejora de la conexión de la tubería entre Málaga y la Costa del Sol Occidental, que hubiera permitido llevar agua desde el Guadalhorce a la Costa del Sol, e incluso desde La Viñuela, el pantano más grande de la provincia, 170 hectómetros cúbicos. La presa de Casasola, proyectada para impedir avenidas en el Guadalhorce, y que se inauguró hace cinco años, podría también suministrar aportes adicionales, pero aún no se ha podido entrar en funcionamiento porque carecía de plan de seguridad y de llenado y había que desviar antes una carretera.
No obstante, el presidente de la Cuenca Mediterránea Andaluza, Antonio Rodríguez Leal, asegura que "sería injusto decir que han sido 10 años en balde" porque ha habido dos actuaciones que "han dado un importante balón de oxígeno". Una de ellas es la única ejecutada del Plan Málaga, la desalobradora de El Atabal, que permite consumir las aguas salinizadas del Guadalhorce y aporta 60 hectómetros cúbicos anuales. Su coste, 64 millones de euros, ha sido el doble de lo previsto.
La segunda actuación ha sido la entrada en funcionamiento de la desaladora de Marbella, que aporta 20 hectómetros cúbicos y que ha permitido que el pantano de la Concepción aún no se haya secado -tiene 7 hectómetros cúbicos-. Rodríguez Leal admite que nada de esto es suficiente. El Gobierno, que apuesta por la desalinización y la depuración integral de agua para el uso en riegos, proyecta una segunda desaladora en la Costa del Sol, pero queda pendiente el diseño de un plan estratégico anunciado por la consejera de Medio Ambiente que responda a las expectativas de crecimiento demográfico de la zona.
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