La funeraria prevé unos beneficios de 4,9 millones de euros en 2005
Gallardón quiere subastar la empresa "antes de que dé pérdidas"
El Ayuntamiento está dispuesto a subastar la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, de cuyo capital controla un 51%, y ha encargado a tres entidades financieras sendas valoraciones económicas para saber cuánto podría ingresar con su venta. El argumento del gobierno municipal es que desde que el sector se liberalizó, en 1996, han surgido varias empresas que hacen una "feroz" competencia a la antaño monopolista empresa pública, y ésta ya no es rentable. En 2004 los beneficios de la funeraria fueron de 5,7 millones, y este año la previsión de ingresos es de 4,9 millones. "Pero la tendencia es a la baja. Cada año que pasa, la funeraria gana menos", alega el concejal de Hacienda, Juan Bravo.
La Empresa Mixta de Servicios Funerarios tiene dos socios: el Ayuntamiento, que posee el 51% del capital, y la sociedad anónima Funespaña, que compró el otro 49% en 1992 (y que, además de su porcentaje de beneficios, recibe un 20% por la labor de gestión). Hasta 1996, esta empresa mixta tuvo el monopolio del negocio de los fallecimientos -25.000 personas mueren cada año en la capital-; pero ese año el mercado se liberalizó, y hoy operan en Madrid otras cinco empresas privadas que, poco a poco, van restando cuota de mercado a la semipública.
"En este sector la competencia es feroz", asegura Fernando Autrán, coordinador general de Servicios a la Comunidad y representante municipal en el consejo de administración de la funeraria. "Nosotros no podemos competir. Las privadas pueden aplicar descuentos en sus precios y realizar inversiones con más facilidad. Nosotros tenemos el corsé de lo público: los precios son menos flexibles y para hacer una inversión hay que cumplir un trámite larguísimo", afirma Autrán, que sostiene una teoría: "En los sectores liberalizados, no hay empresa pública que no acabe teniendo pérdidas. No tiene sentido que un Ayuntamiento se dedique a enterrar a la gente, no pinta nada en ese mercado".
Desde que se privatizó parcialmente, la empresa mixta siempre ha dado beneficios. Y los sigue dando, aunque cada vez son menos. En 2004 ganó 5,7 millones de euros; para este año la previsión es de 4,9 millones, y para 2006, de 4,6 millones. "La tendencia es evidente: los beneficios van a la baja, y en algún momento, a medio plazo, entrará en pérdidas", argumenta el concejal de Hacienda. "Es mejor subastarla ahora, que aún da beneficios, y no tener que venderla cuando ya esté en la ruina y nadie dé nada por ella. Barcelona está estudiando hacer lo mismo con su funeraria, y muchos otros ayuntamientos se están saliendo de ese sector", señala Bravo.
Por eso, cuando Funespaña -el socio privado de la empresa- planteó la semana pasada su intención de vender su 49% o comprar el 51% del Ayuntamiento, el gobierno municipal aceptó de inmediato.
"Gallardón hace caja"
"Hemos dicho que somos partidarios de la venta y que, si no existe ningún problema jurídico, se hará. Pero estamos al inicio del proceso. Hemos encargado a tres entidades financieras un informe sobre cuánto vale la funeraria. El valor más alto que den será el precio de salida de la subasta, que no se produciría hasta febrero o marzo de 2006", continúa el titular de Hacienda.
Pero los trabajadores de la funeraria ya se han movilizado contra la operación -han anunciado una huelga el próximo 1 de noviembre, Día de Todos los Santos-. Y los grupos municipales de oposición sospechan que el único objetivo del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, al privatizar del todo la funeraria es "hacer caja", ingresar dinero "a costa del patrimonio público" para "pagar la obra de la M-30". "Eso es una estupidez. ¡La funeraria es un quiosco de periódicos para el Ayuntamiento de Madrid! Su venta no solucionaría nada", replica Autrán.
Tanto el coordinador general de Servicios a la Comunidad como el responsable de la Hacienda municipal subrayan que, aunque se subaste la funeraria, el Ayuntamiento conservará la titularidad de los cementerios y la obligación de pagar los llamados entierros de caridad, los de aquellas personas que fallecen sin recursos suficientes.
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