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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Primeros estremecimientos

El estilo no es un don, sino el fruto de muchísimas horas de trabajo, de escribir constantemente, de tachar y romper páginas, de no hallar nunca satisfacción. Y, no obstante, hay que llegar hasta la máxima exigencia y precisión, hasta que sea la mano quien escriba -la mano-, no la voluntad. Lobo Antunes ha insistido, una y otra vez, en que escribir es dejar que la mano tantee las palabras: "Los libros ya están escritos y tú sólo los has descubierto porque has extendido la mano". Sobrecoge tanta humildad, tanta cuidadosa paciencia. No hay en este dictamen ninguna hinchazón sobre la casta del escritor, ni aureola de distinción de una tarea que se reduce a laboriosidad. Y esto lo dice un escritor que, en el último decenio, viene publicando novelas perturbadoras, en la linde del prodigio verbal, portentosas de emoción y calamidad, que fijan el proceso de destrucción de la memoria, revelan las marañas de los sentimientos y nos hipnotizan con la expresión de lo indecible. Pero si los últimos libros del escritor portugués, empeñado en ensanchar al límite el territorio de la novela, subvierten el rito conciliador de la lectura, en su primera obra ya se aprecia el germen de lo que será su estilo, la forma indócil de su talento, su fastidio ante la convención narrativa y, se diría, el pesar de tener que doblegarse a una composición de índole autobiográfica. Publicada en 1979, cuando contaba 37 años -Lobo Antunes se tomó su tiempo, antes de aparecer en público-, Memoria de elefante anuncia a un escritor perplejo, cuya introspección de su propia crisis matrimonial se erige en materia de efervescencia y delirio de un hombre cuya única garantía de estar vivo es la omisión de su nombre en las necrológicas del periódico y que debe sobreponerse, contra todo pronóstico, a las "ganas de vomitarse a sí mismo".

MEMORIA DE ELEFANTE

António Lobo Antunes

Traducción de Mario Merlino

Mondadori. Barcelona, 2005

152 páginas. 16,90 euros

El protagonista es un psiquia-

tra en trance de mutación, que no sabe qué va a ser de él, en qué se va a convertir, después de haber decidido separarse de la mujer que ama. Extraviado en Lisboa, que se configura como una ciudad de estímulos tan morbosos como inútiles, rival de sí mismo ("detestaba cada vez más emocionarse"), resentido contra su profesión ("el psiquiatra se asemeja a los vendedores de automóviles en su locuacidad demasiado delicada y bien vestida") y rabioso contra todos ("que se defendían mejor del pulpo gelatinoso de la depresión"), asistimos a la emergencia de los atributos más inextricables del ser humano, a las pulsiones más desesperadas y a la suspicacia existencial de que no hay salida, de que "es realmente muy jodido ser hombre, ¿no?". Contada con una voz sólo aparentemente externa, ya que brota de las tripas del personaje, la narración se despliega a manera de confesión mortificante que, al ponerse por escrito, permite soportar la angustia de una soledad aborrecida y deseada, único lugar donde reconocerse y mitigar, paradójicamente, las ansias de autodestrucción.

Pues el tormento del psiquiatra, la causa de su depresión, no radica en su crisis matrimonial, ni en su beligerancia contra el hombre común, sino que tiene su origen en su vocación radical por la escritura, una pasión que le anticipa el fracaso al comprobar que "las novelas y poemas que perpetraba sin escribir formaban como una prolongación narcisista sin conexión con la vida, arquitectura hueca de palabras, diseño de frases vacías de emoción". Contra esa separación entre escritura y vida se alzará después toda la obra posterior de Lobo Antunes. Pero en Memoria de elefante esa ruptura, como el divorcio dolorosamente asumido del psiquiatra, está demasiado pertrechado de bellas imágenes, metáforas ingeniosas y piruetas verbales -todo aderezado, además, con nutridas menciones culturalistas-, que se acumulan para decorar el texto de "efectos literarios" y poblar la narración con un barroquismo impostado. No obstante, incluso con esos mimetismos y excesos, la novela alcanza un nivel e intensidad admirables, y se impone con una convicción en el análisis del alma humana que envidiarían Camus o Dostoievski. Primer estremecimiento de una novelística excepcional, se podría decir sin afectación que aquí está ya todo Lobo Antunes.

El escritor portugués António Lobo Antunes (Lisboa, 1942).
El escritor portugués António Lobo Antunes (Lisboa, 1942).RICARDO GUTIÉRREZ

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