Los riesgos de las promesas
Los expertos dudan de los beneficios de mejorar la sanidad pública a golpe de propuestas políticas que buscan beneficios electorales
"Pueden pintar mi casa en dos días e instalar los azulejos en otros dos, pero si los trabajos de carpintería o albañilería siguen retrasándose, al final mi casa tardará lo mismo en ser construida. El trabajo de unos operarios depende de los otros y, si no trabajan coordinadamente, lo que avanzan unos lo retrasan los otros". Con este símil resume un directivo de un hospital público la apuesta del Gobierno regional de reducir la espera para una mamografía a 40 días.
"No se puede mejorar la sanidad pública a base de promesas con rendimiento electoral. La situación de las mamografías es mala, pero no peor que la de las ecografías, los TAC o las resonancias magnéticas. ¿Por qué entonces la promesa con las mamografías? Supongo que para ganarse al electorado femenino. Pero la sanidad pública no mejora a golpe de promesas y esfuerzos para cumplirlas, porque se descuida lo demás. Sería mucho mejor un enfoque integral que resolviera las carencias de los hospitales y centros de salud, que son muchas", añade este directivo.
Paulino Cubero, vicepresidente de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria (Semmfyc), abunda en esta línea. "Las deficiencias estructurales, organizativas y de recursos son tales que provocan esperas prolongadas para las consultas con los especialistas y las pruebas diagnósticas".
"En tres de las once áreas sanitarias de la región la consulta con el ginecólogo es la que tiene esperas más largas, más de cuatro meses. La solución de Aguirre es ficticia si no se abordan las mejoras en todo el proceso. Recortar unos días en un tramo del proceso no sirve de nada si la espera se alarga en otro tramo". Cubero alerta de que "las inyecciones coyunturales de dinero, con uso de medios privados, provoca un descenso en la espera de las pruebas seleccionadas, pero no tiene influencia a largo plazo". "Esto incluso ha generado tradicionalmente círculos viciosos en los que se premia la ineficacia con el pago de peonadas [trabajo extra para reducir los tiempos de espera] al que acumula más retrasos y no al que trabaja eficazmente", señalan desde la Semmfyc.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que el problema de la ginecología reside en que en la sanidad pública madrileña no existe un sistema uniforme de atención a la mujer. "Hay áreas en las que el médico de familia no puede prescribir una mamografía y tiene que remitir al paciente al ginecólogo, mientras en otras sí puede encargarlas directamente", explica Marciano Sánchez-Bayle, de la Asociación de Defensa de la Sanidad Pública.
"Los pacientes sufren una discriminación según donde vivan", continúa Cubero. "En algunas áreas donde el médico de familia sí puede prescribir una mamografía, hay otro problema: las listas de espera paralelas. Una para el ginecólogo, de unos tres meses, y otra para el médico de familia, con demoras superiores al año", añade el vicepresidente de la Semmfyc.
"Toda esta variedad de procesos asistenciales, dispares según el área sanitaria, genera una gran ineficacia. No hay criterios claros y cada uno busca acortar los plazos como puede", critica Sánchez-Bayle.
Éste y Cubero no desechan los 15 millones prometidos por Aguirre para reducir las esperas en pruebas diagnósticas -"toda nueva aportación de recursos es positiva"-, pero la tachan de "ineficaz" si sigue centrándose en promesas con rentabilidad política y no asistencial.
"Es como la reducción de la lista de espera, que al final se ha convertido más en un ejercicio de ingeniería contable que en una mejora del proceso asistencial", afirma Sánchez-Bayle.
Desde la Consejería de Sanidad se insiste en los beneficios de la medida. "Nadie ha dicho que con las mamografías se vayan a solucionar todos los problemas de la sanidad. Es cierto que existen esperas largas para las consultas con especialistas y pruebas diagnósticas, pero éste es un primer paso hacia su reducción, que es el objetivo del próximo año", afirma un portavoz.
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